En el suplemento Casa del Tiempo de la UAM, de julio-agosto 2021, Carlos Martín Briceño apunta: “Agustín Monsreal, cuentista supremo”.
“En más de una ocasión Agustín Monsreal ha comparado su oficio con el de un humilde orfebre. ‘Construir ese orbe cerrado, sin fisuras, es un trabajo de relojería fina’, apunta en una entrevista refiriéndose al cuento. Existen seis espléndidos libros de su autoría que confirman este ideario estético. Desde la aparición de su primer volumen de relatos, Los ángeles enfermos, en 1978 –Premio Nacional de Cuento San Luis Potosí del Instituto Nacional de Bellas Artes-, hasta su más reciente cuentario, Deudas pendientes, de 2016, el ritmo envolvente y una plasticidad maliciosa del léxico presiden su obra. […] Deliberadamente irónicos, eróticos, lúdicos, provocativos, con una fluidez trepidante, economía de diálogos y adjetivación osada, los cuentos de Agustín Monsreal no se parecen a los de ningún escritor de su tiempo”.
En el corazón de Agustín, con tan sólo 81 años, vive un niño curioso que lo mantiene vivo, en camino, husmeando y compartiendo a manos llenas. En su página web, mantiene a sus amigos, cual Shezerado, en vilo, atentos para conocer lo que sigue de las realidades que vive y transforma con la pluma.
Me llena de asombro la cantidad de premios y reconocimientos, así como de libros publicados, desde sus inicios en 1970 y las exquisiteces que continúan brotando de las aguas, siendo yucateco, del cenote sagrado de su corazón. Aguas frescas de lluvia filtrada, algunas estancadas que guardan dolores arcaicos, preguntas sin fin, nada de otro mundo, simple humanidad, qué, amoroso, descansa de las prisas de la vida diaria compartiendo generoso, en línea, textos como:
“Hoy a eso de las cinco de la tarde. Todo iba muy bien hasta que sonó el teléfono. Era ella. Su voz. El sonido de apetito en reposo de su voz. Volqué el vaso de agua de limón. Escuché Hola. Susurré Hola. ¿Quieres verme?, dijo. Largo silencio. Pesadísimo. ¿Quieres verme?, dijo otra vez. No, dije. ¿Por qué no? Y todavía lo preguntas. El agua de limón había alcanzado el suelo. ¿De veras no? Las lágrimas me llegaban hasta la boca. De veras no. Colgó. El silencio, poco a poco, se hizo tolerable. El agua de limón dejó de escurrir. Mis ojos cesaron de gotear. Colgué yo también”.
El ganador del III Premio iberoamericano de minificcion Juan José Arreola nos recomienda:
“Escribe con espinas y no con plumas”.
“Con Dios o el diablo, pero breveriza”.
“Emplea ojos de lupa, mirada de microscopio”.
“Huye del academicismo y prolongarás tu originalidad”.
“Nunca digas de esa breveridad no abrevaré”.
En 1995 se instituyó en Mérida, de carácter bienal, el Premio Cuento Corto Agustín Monsreal.
Confundí las fechas y me presenté el segundo día, perdiéndome la espléndida mesa del primero. Sin embargo, reconozco que me asombró la nueva camada de autores yucatecos que tuve oportunidad de escuchar. Hay que seguirles la pista a: Will Rodríguez, Alonso Marín Ramírez y Meryvid Pérez.
Felicidades a Merida Fest 2023, Irving Berlín Villafaña, a ENAC-Mérida 2023, Carlos Marín Briceño, a la UADY y la producción de Josué Morelos. Nuestra querida Mérida se vistió de gala con el nivel de cuentistas a nivel nacional que participaron.
“Lo peor que les puede pasar a los hombres es que les caiga encima la maldición del aburrimiento, la viruela negra de la inacción, la peste fulminante del tedio”. (Odisear 40) Agustín Monsreal
El maestro Agustín Monsreal, egresado de la Universidad Autodidacta de Yucatán, es una muestra fehaciente de lo que la lectura y la pasión provocan.
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