El Congreso de Yucatán celebró este lunes un ejercicio de parlamento abierto con trabajadores de la construcción, con miras a crear una ley para este sector, según lo manifestado por su impulsora, la diputada Vida Gómez Herrera, de Movimiento Ciudadano.
El tema es de interés dada la importancia de esta actividad como opción laboral en la península. Yucatán no solamente es un estado en el cual la construcción es por sí misma motor de la economía, sino que también es expulsor de mano de obra hacia otra entidad que continuamente demanda trabajadores, como es Quintana Roo, especialmente para laborar en la edificación de hoteles o en el área de servicios de estos.
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Pero trabajar en el sector de la construcción en el nivel más bajo, el de los alarifes, es altamente demandante. Dejemos atrás los chistes del albañil que vence en competencia a practicantes de crossfit, porque la fuerza física que los caracteriza es resultado de la altísima exigencia que trae consigo el manejar barretas, marros, palas, levantar y acarrear sacos de cemento, cal y grava para preparar la famosa “mezcla”, trasladar piedras y ladrillos, bajo el calcinante sol peninsular y, lo más probable, con muchas carencias alimentarias.
Punto aparte merecen las condiciones de traslado del hogar a la obra y de regreso, a bordo de una camioneta de redilas propiedad del contratista, que los lleva amontonados por las carreteras, o los riesgos de tener un accidente mortal por no emplear equipo de seguridad como cascos, botas con protección, guantes y arneses cuando se encuentran en las alturas. En este último aspecto, la culpa es compartida, pues muchos hacen a un lado este equipo “por comodidad”, pero no han faltado patrones que creen favorecer “usos y costumbres” al permitirles trabajar sin precauciones y evitan invertir en capacitación y la adquisición de este equipo.
Hay una característica más sobre el trabajo en la construcción: para los alarifes es siempre eventual, dependen de que haya obras. Así pueden pasar meses sin recibir ingreso alguno, y entonces aparece una nueva chamba, cuando el dinero obtenido en la anterior está a punto de agotarse o ya se adquirieron deudas; entonces se aceptan las condiciones que sean: pagos en efectivo, sin declarar nada a Hacienda; y “para que todo el dinero sea para ellos”, no hay pagos al IMSS para que se les atienda en caso de enfermedad, y menos para que tengan derecho a una pensión o jubilación.
El Tren Maya ha venido a romper parcialmente esta dinámica, pero también debe admitirse que las grandes constructoras que se encuentran en el tendido de vías y levantando las estaciones no han recurrido a emplear a la mano de obra local. En los campamentos se encuentra a trabajadores provenientes de todo el país, y esto obedece a que también es personal que ha recibido alguna capacitación. Esto tiene como consecuencia que los menos calificados no tengan acceso a trabajar para una empresa con la capacidad de ejecutar grandes obras y, por lo tanto, mejorar su ingreso y calidad de vida.
Vale entonces preguntar qué tan difícil es que el trabajo en la construcción tenga un mínimo de condiciones que le aseguren a sus empleados una vida digna. Estamos hablando de hacer cumplir la Ley Federal del Trabajo, y que las empresas cumplan con la del Impuesto Sobre la Renta y la del Impuesto Sobre Nómina, en la entidad. Evitar esta evasión debiera ser una preocupación de las autoridades, y su acción en este sentido redundaría en un beneficio general.
De hacerse un censo de albañiles, una de las variantes a considerar es el porcentaje de población maya en el oficio. Si ya desde la época colonial se sabía que este trabajo rudo daba sostén a las demás actividades económicas, será un acto de justicia rescatarlos de estar al garete y asegurarles la protección legal que ya existe.
Si se trata de crear una nueva ley que resulte letra muerta, sin un organismo que la haga cumplir, tendrá la misma efectividad para los alarifes que la noche de su gremio durante la festividad del Cristo de las Ampollas o las cruces improvisadas en las obras cada 3 de mayo.
Edición: Estefanía Cardeña
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