Día mundial del libro y crisis editorial

Si bien la pandemia trajo una diversidad de problemas, principalmente de salud y consecuentemente de economía, las repercusiones culturales se vieron reflejadas en la educación y sus implicaciones socioculturales. Una de tales resonancias ha afectado a la industria editorial y el libro, lo cual afectó la reciente celebración del Día Mundial del Libro y el Derecho de Autor. Tal conmemoración ocurrió el pasado 23 de abril en el mundo, siendo Ghana el país anfitrión, sin olvidar que el año pasado la capital mundial del libro fue Guadalajara.   

A pesar de que el Día Internacional del Libro es una celebración que tiene como propósito fomentar la lectura, la industria editorial y la protección de la propiedad intelectual mediante el derecho de autor, ha disminuido la cantidad de los lectores de libros, así como la intensidad de lectura ya que la gente lee más, pero textos muy breves y de baja calidad. En efecto, cada día se leen menos libros porque el texto se ha vuelto más digital y menos físico, y en consecuencia esta circunstancia a afectado gravemente a la industria editorial.

Apenas el año pasado, el Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la Universidad Autónoma de México publicó un artículo sobre la crisis que padecen varias editoriales del sector independiente. En éste están referidas algunas razones por las que varias editoriales han buscado readecuaciones para sobrevivir como empresas. Una de ellas ha sido el ofrecimiento de concebir y producir libros directamente a los autores, a través de un servicio más parecido al de las imprentas. 

Por otra parte, las relaciones de las editoriales han cambiado: ahora, en lugar de que los autores se acerquen a las editoriales para la publicación de alguna de sus obras, las editoriales buscan escritores a quienes ofrecen la preparación de algún libro. Además, ya no ofrecen a las librerías sus productos, sino que esta labor ha quedado en los autores. Y una manera de que esto suceda así es a través de plataformas como Amazon, donde los escritores “suben” su libro.

Respecto de la creación de una obra, los autores han arrebatado a las editoriales la preparación su libro. Actualmente, los creadores no sólo escriben su obra sino también la editan con alguno de los diversos softwares a la mano de cualquiera, así como la formación o la maquetación del proyecto, incluso bastaría con contratar a un diseñador gráfico para conseguir el original, listo para entregar a la imprenta o subirlo a alguna plataforma. Estas ediciones son conocidas como de autor.

Como es notorio, la industria editorial y el mercado del libro ha exigido un reacomodo en todas las relaciones que parten de la creación de una obra y culminan en publicación de un libro, es decir, de la escritura a la lectura, en detrimento de las cadenas tradicionales de distribución y comercialización (todas presenciales) y en beneficio de las plataformas digitales del mercado

Ahora bien, vale preguntar cuál será el futuro inmediato de las editoriales, que han asumido una función más un oficio mecánico que una actividad intelectual, que implica aún la concepción de un libro a partir de sus entrañas creativas, el diseño gráfico del proyecto editorial, la corrección de estilo, la obtención del prólogo, la mercadotecnia y demás. Y también habrá que esperar cuáles serán los resultados de las ediciones de autor.  

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Edición: Fernando Sierra