Amistad fecunda

El campo de acción en que se desenvuelven los escritores puede reflejar por igual relaciones tormentosas o acompañamientos cordiales, según el grado de afinidad o el sentido de competencia que predomine entre ellos al calor de las alianzas y las disputas que modelan su vida social. Las pasiones intensas que afloran copiosamente en su obra se manifiestan también en su trato mutuo, llevándolos a proyectar en sus pares mucho más que una estricta identidad de oficio.

Cuando las tensiones ceden espacio a los vínculos amistosos, los propios autores rinden testimonio de ellos en alguna confidencia, y a veces los frutos de su escritura dan cuenta precisa de la ayuda que se prestan entre sí, tanto por intercambiar conocimientos como por facilitar la asimilación de otros, con efectos sensibles en su horizonte expresivo y en aciertos analíticos de creciente solidez.

En una de sus innumerables colaboraciones de prensa, Ermilo Abreu Gómez elogia los afanes literarios y reflexivos de Leopoldo Peniche Vallado, a quien reconoce como paisano y amigo suyo tras convivir con él en su juventud, marcada por breve diferencia de años entre la edad de cada uno. El artículo, que apareció en el Diario del Sureste el 31 de mayo de 1966, comenta la aparición del libro Oswaldo Baqueiro Anduze en su obra. La ciudad heroica, mosaico histórico de Yucatán y otros ensayos. El personaje que el volumen evoca tejió lazos de amistad con Abreu Gómez y con Peniche Vallado, si bien con este último además coincidió en la fundación del periódico que publicó la nota.

El texto de Abreu adquiere un tono emotivo pues recuerda las visitas de su amigo Oswaldo en su casa de la capital del país, cuando ambos vivían fuera del terruño: iba a verlo para exponerle los avances de sus textos y para tomar apuntes en su biblioteca. Rememora también la paulatina postración a que lo condenó la enfermedad que dio fin a su existencia. Señala, por supuesto, la ascendencia familiar de su compañero de letras, ya que su abuelo Serapio Baqueiro Preve y su padre Serapio Baqueiro Barrera desempeñaron un papel importante en la vida intelectual de Yucatán, uno como historiador y el otro como literato y periodista. El creador de Canek refirió haber tenido también una cercanía afectiva con el segundo de ellos, algo fácil de imaginar porque compartían intereses centrados en la trascendencia que alcanza la lengua escrita.

Del libro de Peniche Vallado sólo emite un juicio general acerca de su calidad literaria y metodológica, considerándolo un homenaje de amistad cuyo equilibrio compositivo salta a la vista. En cambio, deplora el producto editorial en sí por hallar descuido en su proceso de formación, además de evidenciar escaso buen gusto, hechos que le parecen lamentables por haber salido de las prensas de una institución universitaria.

En otro ámbito de ideas cabe recordar que Leopoldo Peniche Vallado se apoya en los estudios de Abreu Gómez para desarrollar algunos trabajos ensayísticos, de manera especial en el que examina la obra de José Peón y Contreras, formidable renovador de la dramaturgia mexicana del siglo XIX. En otro de sus escritos destaca su intervención en el surgimiento del teatro regional de Yucatán, al que juzga frustrado prematuramente por depender de un modelo cuyo agotamiento le arrebató la posibilidad de crecer y hacerse fecundo. Sin embargo, su colega Ermilo elaboró algunos libretos y enmendó otros que carecían de elementales componentes estéticos, labor que lo situó entre los pioneros de estas formas escénicas de vida accidentada y de auge efímero.

La creación literaria y su correlato crítico encarnan valores que merecen ponderarse en su propio terreno con una perspectiva enfocada en el reconocimiento de sus aportaciones en todos los órdenes, incluso en su dimensión histórica porque las raíces en que se asienta dan sustento a la realidad actual, la cual pareciera haber perdido la conciencia de sus orígenes. Por ello conviene recuperar nexos significativos cuando se concurre al encuentro de la memoria artística y de la vivencia profunda.

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Edición: Estefanía Cardeña