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Foto: Jusaeri

Cristina Puga

La Universidad Nacional Autónoma de México es la institución de educación superior más grande del país, responsable de casi el 50 por ciento de la investigación científica, con una oferta de 133 carreras profesionales, 42 programas de posgrado, 31 sedes en casi todos los estados de la República y una impresionante oferta cultural. Tan sólo en Yucatán, donde este 2023 cumplirá 20 años de tener presencia en la entidad, la UNAM tiene una Escuela de Estudios Superiores en Mérida con seis carreras, un centro de investigación en humanidades y ciencias sociales (el CEPHCIS) y sedes alternas de varias facultades e institutos, la Unidad SISAl, además de la Unidad Académica de Ciencias y Tecnología de la UNAM en el Parque Científico y Tecnológico de Yucatán. Ofrece siete posgrados en distintas disciplinas. En pocos meses inaugurará el Museo de la Luz en el nuevo parque de La Plancha.

La vida institucional de la universidad descansa en una amplia estructura colegiada que, si bien imperfecta, permite una amplia participación de estudiantes, profesores, técnicos académicos y trabajadores en los procesos de discusión y toma de decisiones de las políticas universitarias. No es, una estructura sin problemas y desequilibrios y, desde luego, no elimina la verticalidad en una gran cantidad de procesos, pero sí permite una multiplicidad de espacios de deliberación cara a cara, cuyo desarrollo en el tiempo brinda numerosas experiencias y lecciones recuperables. 

Son parte de ella los consejos técnicos en las escuelas y facultades, los Consejos de Ciencias y de Humanidades con representantes de los Institutos, los Consejos de Área con representación de unos y otros y el Consejo Universitario que abarca a todos los sectores. Hay además comisiones dictaminadoras, evaluadoras de programas de estímulos, de proyectos de investigación y de premios Universidad Nacional; consejos editoriales, de educación continua, de revisión de planes de estudio, todos los cuales favorecen un incesante intercambio de opiniones por parte de miembros de la comunidad.  

De entre todos estos cuerpos de carácter participativo o deliberativo, la Junta de Gobierno, incorporada desde la Ley Orgánica de 1945, es tal vez la más notable, por su permanencia y eficacia. La Junta es una destacada contribución de la UNAM al gobierno de las universidades y también, su cuerpo más criticado. Solo unas líneas para explicar esta paradoja. 

La Junta fue incorporada en la Ley Orgánica de 1945, como solución a un desorden político que afectaba gravemente la vida de la UNAM desde 1932 y que tenía que ver con las filiaciones y aspiraciones políticas de los sucesivos rectores. En medio del último conflicto, cuando dos rectores se atribuían la legitimidad, Alfonso Caso propuso que fuera un grupo de notables quienes, a partir de su percepción del contexto, seleccionaran a la mejor persona para dirigir a la institución. Los conflictos cesaron. Hubo otros aportes importantes de la Ley, pero la Junta fue seguramente el decisivo para la estabilidad de la institución. 

¿Qué es la Junta de Gobierno? Un cuerpo constituido por 15 integrantes designados por el Consejo Universitario con base en sus méritos académicos o sus trayectorias profesionales.  Cada año, se sustituye al de más antigüedad de modo que hay una permanente renovación de sus integrantes. Contrario a lo que muchos creen, la Junta no toma decisiones sobre el funcionamiento de la universidad. Su responsabilidad es la designación de rector, y la de los directores de escuelas, facultades e institutos. Las entidades envían propuestas al rector y éste elabora las ternas que envía a la Junta. A su vez, ésta consulta a la comunidad correspondiente, a través de reuniones con grupos que quieran dar su opinión. Cuando se trata del rector, puede tomar en cuenta todas las propuestas que la propia comunidad envíe.

Con el crecimiento de la UNAM, la carga de la Junta, que antes era relativamente ligera (unas cinco o seis designaciones en un año) se ha vuelto extraordinariamente compleja. Las designaciones se suceden cada una o dos semanas. Con razón, los universitarios se quejan de las dificultades para obtener una cita y, a pesar de la buena disposición de los miembros de la Junta, del poco tiempo concedido para platicar en cada proceso de designación. La Junta está saturada y la cercanía del proceso de sucesión en la rectoría este 2023 la obligará a un esfuerzo considerable de organización para no defraudar a la comunidad universitaria y llevarlo a buen término.  Síganos en: ORGA, Facebook, Instagram y Twitter.

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Lea, de la misma autora: Ciencia y sociedad

 

Edición: Fernando Sierra


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