En un video que se hizo famoso hace unos años, el popular filósofo Slavoj Žižek desarrolla una breve y escatológica explicación de cómo los objetos nunca son solamente objetos prácticos. Usando el ejemplo de los diferentes tipos de retretes que hay en Inglaterra, Alemania y Francia, el esloveno muestra de forma divertida la carga ideológica que dichos objetos albergan en función de la idiosincrasia nacional (https://www.youtube.com/watch?v=XfOa8G8J72g ).
En cierto sentido este es el mismo espíritu del texto de Raphaël Meltz Una história política de la rueda (Turner). La tesis que atraviesa el libro radica en que la rueda no es meramente un objeto tecno-científico que nos permite resolver problemas prácticos, sino que su carácter instrumental siempre es leído a la luz de un conglomerado de cuestiones sociales, culturales, políticas o económicas que han determinado nuestra perspectiva del mismo. Con esta idea de trasfondo y de forma sugerente, el autor cuestiona algunas de nuestras creencias más asentadas en torno a este objeto que desde siempre nos enseñaron como un ejemplo prototípico del progreso técnico.
Meltz inicia problematizando la propia idea del “origen” de la rueda. Si bien una hipótesis largamente asentada por los expertos es que Mesopotamia fue la cuna del uso de la rueda, esta tesis se desdibujó con hallazgos posteriores que la sitúan simultáneamente en más de un sitio. Pero lo más interesante, nos plantea, es que ubicar algo así como un principio de la rueda como objeto técnico exige resolver cuestiones como: ¿es la representación de la rueda un indicador de que se utilizaba como técnica o se puede representar sin usarla? ¿Nace como objeto práctico o su uso ritual es anterior?
Estas preguntas presentan varias posibles respuestas debido a la dificultad para encontrar evidencias físicas inequívocas tan antiguas y a la necesidad de echar mano de supuestos adicionales para interpretarla y reconstruir la historia. Uno de ellos, señala el autor, es lo que Butterlin llama “etnocentrismo sumerio” que más tarde tomará la forma del eurocentrismo. En él, el progreso se piensa a partir de la idea de que una técnica se impone desde una civilización a otras: la rueda se originó en Sumeria y de ahí se llevó a Europa, y luego al resto del mundo. Este tipo de relato se convierte en el indicador de la dirección del progreso tecnológico.
No obstante, el texto sospecha de tal indicador en el contexto de la conquista de México, donde expone dos de las ideas más interesantes del libro. En primer lugar, desafía la idea comúnmente aceptada de que la ausencia de la rueda como objeto técnico en la América precolombina resulta un signo inequívoco de inferioridad tecnológica. Tenochtitlan, por ejemplo, contaba con la técnica de las chinampas, huertos flotantes que mantenían la tierra regada y fértil, lo que le permitía prescindir de la necesidad de la rueda en la agricultura, en contraste con Europa. En segundo lugar, cuestiona que la atribuida inferioridad tecnológica sea un sinónimo de inferioridad cultural. Las culturas prehispánicas contaban con otros conocimientos en astronomía o matemáticas, por ejemplo, que desafían la idea de la técnica como guía de progreso.
Más aún, Meltz analiza el interesante hallazgo de que en diversos sitios arqueológicos mexicanos se han encontrado multitud de juguetes con ruedas, pero no se ha encontrado evidencia de ruedas para otros usos. Así, el autor sugiere que esta ausencia no se debía a un desconocimiento técnico, sino que refiere a algún tipo de convicción religiosa o ideológica por la que “se decidió” no usarla. En realidad, nos relata, la mayoría de las culturas carecían de ella, pero parece difícil sostener que ello sea un indicador definitivo de atraso civilizatorio. En suma, la medida del progreso tecnológico y cultural a partir del uso de la rueda resulta ser un prejuicio de una historia eurocéntrica con una noción teleológica de la técnica.
El texto también aborda el significado de la rueda en contextos contemporáneos y sus componentes ideológicos, económicos o políticos: la bicicleta vs. el coche, o el tren con ruedas vs. el tren magnético. Con ello da cuenta de una obsesión y carrera por la tecnología de la velocidad que termina siendo paradójica y determinada por la lógica capitalista: invertimos mucho tiempo en ahorrar tiempo para desplazarnos y ultimadamente no se trata de un acceso democrático.
A pesar de algunos altibajos y breves romantizaciones culturales, el texto muestra plausiblemente que el desarrollo de la rueda se debe a una “emergencia de prácticas metastásicas” relativa a las condiciones de cada sociedad, y no un surgimiento único en una comunidad extraordinaria. Por ello, la rueda nunca es simplemente una rueda.
Profesora del Departamento de filosofía de la Universidad de Guadalajara
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