Pareciera que, por mera demografía, se explica que Yucatán sea el estado peninsular en el que más personas mayores de 65 años reciben la correspondiente pensión por parte del gobierno federal. Sin embargo, la diferencia con Quintana Roo y Campeche es mucho mayor a la proporción en cuanto a número de habitantes que posee cada entidad.
En total, más de 300 mil personas son beneficiarias de algún programa de Bienestar en Yucatán. Un número importante cuando se compara, primero con el total de la población (2 millones 321 mil, según el censo de 2020), pero más aún cuando se relaciona con el padrón electoral (un millón 722 mil 393 electores al cierre de junio de este año). Se trata de casi la quinta parte del total de electores, una porción nada despreciable si se cuenta con una estructura que pueda controlar ese potencial sufragio.
Por supuesto, no todos los beneficiarios de programas sociales votan, pero es innegable que los padres de niños que reciben la beca Benito Juárez para educación básica o los primeros dos años de bachillerato pueden ver en este dinero un estímulo para votar por la continuidad del partido del presidente Andrés Manuel López Obrador a la cabeza del Ejecutivo federal o para votar por los candidatos de Morena al Congreso de la Unión y hasta para los cargos locales.
Sin embargo, antes de anticipar que los programas del gobierno federal tendrán un peso específico y definitorio en las elecciones de Yucatán el próximo año, hay que tomar en cuenta otros factores cualitativos.
Por principio de cuentas, Yucatán ha sido bipartidista muy tradicional; es decir, el electorado se divide entre los partidos Acción Nacional y Revolucionario Institucional, respectivamente; al grado que es posible ser llamado priísta o panista con ánimo de insulto. La presencia de Morena es reciente y su irrupción en 2018 fue fuerte, obteniendo doble dígito en la votación para gobernador, pero aún no ha conseguido posicionarse más que en algunas alcaldías.
En segundo lugar, tampoco puede descartarse el factor división interna de Morena, una vez que queden definidas las candidaturas locales. Los reclamos a los ex priístas y panistas cobijados por el manto guinda se reflejarán también en las urnas.
Mención aparte merece que, a pesar de que el Estado mexicano posrevolucionario tiene entre sus principales características el corporativismo y, por lo tanto, el control del voto de grandes sectores de la población agrupados en sindicatos, trabajadores de empresas paraestatales y dependencias, el sector de la tercera edad posee dos rasgos que lo hacen particular: 1) en todo el mundo, es el que más sale a votar, y 2) es sumamente difícil que cambie su simpatía por un partido determinado. El ejemplo del Brexit en el Reino Unido es una referencia que los partidos deben estudiar si es que pretenden dirigirse precisamente a los mayores de 65 años.
Para reforzar lo anterior, el grueso de los beneficiarios es residente de Mérida, no solamente el municipio que concentra a prácticamente la mitad de la población yucateca (y en el cual se ha avecindado también un importante número de familias provenientes de otros estados), sino que es igualmente un bastión de Acción Nacional; la joya de la corona, la llamó un ex alcalde. La transformación que la capital del estado ha tenido en los últimos años será algo que el electorado tomará en cuenta a la hora de sufragar.
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