Hoy en día, las universidades públicas en muchos países enfrentan un dilema aplastante. Los fondos públicos disminuyen, las universidades no pueden cobrar colegiaturas a los alumnos, ya que el acceso a las universidades se supone que es gratuito, y muchos países carecen de una historia de donaciones filantrópicas por parte de empresas privadas o personas con poder económico.
Además, la mayoría de las universidades públicas son conservadoras por naturaleza y resistentes al cambio. En muchos casos, desconfían del sector privado y lo ven como contrario a su mandato, que es brindar una educación gratuita dentro de un cierto marco ideológico. Esto lleva a que la mayoría de los altos directivos universitarios rechacen ideas novedosas sobre cómo obtener financiamiento, no solo para operar, sino, de hecho, para sobrevivir.
La misión de la universidad pública es proporcionar a los alumnos las herramientas para operar en una economía altamente competitiva y desafiante, donde las artes y las ciencias deben combinarse para darles a los estudiantes los recursos necesarios para prosperar en la economía contemporánea.
Desafortunadamente, la filantropía no es un mecanismo común para financiar universidades públicas en muchos países, lo que las obliga a buscar modelos alternativos para financiar sus operaciones que brinden los recursos necesarios sin comprometer su autonomía.
Un sabio dijo alguna vez que la necesidad es la madre de la invención.
No hay duda de que esta necesidad es inmediata, y es hora de inventar si las universidades públicas quieren sobrevivir a la crisis financiera que se avecina o que ya está ocurriendo.
Parto de la premisa de que, si las universidades desean el apoyo del público, deben ofrecer bienes y servicios tangibles a cambio de este apoyo.
Existen recursos impresionantes en las universidades, sin embargo, no se aprovechan lo suficiente y podrían ser la base de iniciativas empresariales.
Cada facultad cuenta con un grupo de profesionales con su equipo, instalaciones de investigación, textos y alumnos deseosos de obtener experiencia práctica.
Mérida es una ciudad en rápido crecimiento, que se está convirtiendo en un importante centro de turismo médico, educación, agricultura y construcción. Atrae a muchos extranjeros y mexicanos ansiosos por disfrutar de la vida cultural y la seguridad, ya que Mérida es la ciudad más segura de México.
La Universidad Autónoma de Yucatán (UADY) es la universidad más importante en Mérida y ofrece programas de medicina, odontología, derecho, ciencias agrícolas, arquitectura, ingeniería y otras especialidades que bien podrían ser monetizadas.
¿Qué quiero decir?
La UADY podría crear diversas empresas que brinden servicios de salud, asesoría agrícola, servicios de ingeniería, colaboración en proyectos arquitectónicos y consultorías empresariales.
Estas empresas podrían emplear al cuerpo docente profesional y brindar a los estudiantes la experiencia práctica necesaria para encontrar empleo en el futuro cuando se gradúen.
Los estudiantes de medicina, fisioterapeutas, nutricionistas, estudiantes de odontología y enfermería podrían trabajar codo a codo con sus profesores para atender no solo a la comunidad local (lo que haría que la universidad fuera más cercana al público en general), sino también aprovechar el turismo médico que está convirtiéndose en una marca global para la ciudad.
Los estudiantes y profesores de ingeniería y arquitectura podrían establecer consultorías para brindar asesoría asequible a los constructores locales y a las muchas empresas nacionales e internacionales que se establecen en Mérida.
La UADY podría aprovechar la gran cantidad de extranjeros que visitan Mérida durante los meses de invierno, así como aquellos que se mudan permanentemente, para establecer una escuela de idiomas en español e inglés. Esta escuela enseñaría ambos idiomas y ofrecería estudios culturales para estudiantes informales que no formen parte de su población académica.
Además, hay más de 800 mil yucatecos que hablan maya en la península. Una academia integral de idioma y cultura maya, junto con una institución arqueológica que ofrezca clases sobre la historia maya y aproveche los maravillosos sitios arqueológicos de la península, podría servir como escaparate de esta milenaria cultura e idioma y hacer que la UADY sea un centro de estudios mayas internacionales.
El chino es un idioma de interés para muchos, y la comercialización del Instituto Confucio para ofrecer capacitación en chino al público en general podría ser una fuente significativa de ingresos para la universidad.
También podría evolucionar para convertir a la UADY en un centro internacional de estudios chinos, lo cual es muy necesario en un mundo donde China promete jugar un papel significativo en las próximas décadas y bien podría ser una fuente importante de inversión para Yucatán.
Los ingresos podrían utilizarse en parte para compensar los costos de estos maravillosos centros de enseñanza y en parte para financiar proyectos universitarios.
Los profesores y el personal de mercadotecnia y comunicación podrían encargarse de una campaña global para atraer el interés local, nacional y mundial hacia el proyecto y los servicios que ofrecería la universidad.
Esto implica pensar de manera innovadora. Al mismo tiempo, requiere redefinir el papel tradicional de la universidad que ha perdurado durante siglos, pero que ya no tiene sentido.
Significaría conquistar nuevos espacios intelectuales para una evolución de las ideas en las que se basa la pedagogía tradicional y proporcionar el impulso necesario para la universidad del siglo XXI.
Es una revolución de mentalidades, tanto en el sector privado, el sector público y la comunidad académica. Insta al gobierno del estado no solo a aprobar este cambio, sino a convertirse realmente en cliente de los servicios que ofrece la universidad emprendedora.
El resultado sería la creación de un grupo altamente competente de graduados, una universidad pública financieramente sólida y un presupuesto estatal liberado del gasto de financiar una universidad pública gratuita.
Una situación de “ganar-ganar” para todos.
Lea, del mismo autor: The 21st Century Public University
Edición: Fernando Sierra
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