ES DIFÍCIL DE explicar la falta de institucionalidad de Marcelo Ebrard, quien como Caballo de Troya, ha enturbiado el proceso interno de Morena al que considera su partido, pero se ha lanzado con todo contra la puntera de todas las encuestas, contra instituciones de gobierno y en última instancia contra el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.
Es utópico en un país como el nuestro exigir que no haya cargada de parte de los “grandes electores”, gobernadores, diputados federales y locales, senadores, presidentes municipales, síndicos, regidores, etcétera hacia ninguno de los personajes que están en disputa de la candidatura presidencial.
Marcelo Ebrard Casaubón hizo su carrera política a la sombra de Manuel Camacho Solís, quien a pesar de enorme cercanía al ex presidente Carlos Salinas de Gortari, que gobernó en 1988-1994, no fue favorecido con la candidatura presidencial por el entonces hegemónico e invencible PRI. Dicha candidatura recayó en Luis Donaldo Colosio a quien Camacho Solís se negó a felicitar públicamente, y mantuvo siempre la expectativa de que su candidatura desbarrancara y entrara él como sustituto. Luis Donaldo fue asesinado el 23 de marzo de 1994, pero la candidatura no recayó en Camacho Solís, sino más bien le cayó encima el rechazo popular y señalamientos de culpabilidad por su reconocida animadversión hacia Colosio. Camacho Solís renunció al PRI en 1995, en 1999 creó el Partido Centro Democrático y fue candidato presidencial en el 2000, pero apenas obtuvo el 0.6 por ciento de los votos y perdió el registro.
Marcelo Ebrard no puede argumentar desconocimiento de la institucionalidad, se formó en el PRI desde 1977 cuando la institucionalidad y la disciplina interna eran fundamentales para ascender y mantenerse en el hegemónico tricolor. La experiencia de lo que ocurrió con su mentor Camacho Solís cuando no fue el favorecido con la candidatura, la vivió muy de cerca. Por eso quizás torpedea el proceso interno de MORENA y se va con todo contra Caludia Sheinbaum y cuando parece inminente su salida del guinda para encabezar la contienda presidencial por Movimiento Ciudadano, retrocede y matiza lo que dijo. Lo cierto es que se ha convertido en un verdadero “caballo de Troya” y para los seguidores de López Obrador ha incurrido en traición. Hay que remarcarlo, en Morena y la 4T quien tiene el aplastante apoyo popular es AMLO, y no se ve a nadie de dentro ni de fuera que le pueda competir.
En lo local
EL DIAGNÓSTICO DE LÓPEZ OBRADOR de que el mal generador de todos los males de México es la corrupción es atinado. Lo que no ha sido atinado es el conjunto de personas que se empoderaron con él, pero que solo combaten la corrupción de los ajenos y prohíjan la suya y la de sus cercanos. Es penoso que en los estados y municipios que gobierna Morena y sus aliados la corrupción se mantiene y crece. Y los legisladores federales y locales, muy pocos se caracterizan por no robar, no mentir y no traicionar. Habría que meter en los libros de historia de Quintana Roo al tabasqueño exitoso empresario de frutas y verduras en la zona hotelera, Rafael Marín Mollinedo, quien goza de exilio dorado en Ginebra, pero nos dejó un legado de políticos como la gobernadora Mara Lezama, las presidentes municipales cuñadas, Yensuni Martínez y Mari Carmen Hernández, de Othón P Blanco y Felipe Carrillo Puerto, respectivamente. En fin, son cosas que pasan en nuestro país y en nuestro caribeño estado.
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