Publia Margarita Ángeles González y Perla Jazmin Guzmán Bautista
En la reciente publicación de la semana 35 del Panorama Epidemiológico de Dengue 2023 (PED), emitido por la Secretaría de Salud, se reportó que Yucatán se encuentra en el primer lugar nacional de casos confirmados de dengue, representando casi 3 mil 200 personas hasta el momento, y siendo la cuarta semana que se encuentra, de manera consecutiva, en uno de los tres primeros lugares de mayor infección del país, superando por más del doble, las cifras emitidas en el 2022.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), el dengue es la enfermedad viral transmitida por insecto con más rápida propagación en el planeta, y se pronostica que este año se acercarían a sus máximos históricos en todo el mundo. Por exponer algunos ejemplos, en América Latina, en enero del presente año, en Bolivia, el diario El País, hablaba del “peor brote de dengue en Bolivia en 15 años”, mientras que la prensa local de Lima, Perú, hablaba este junio de “la mayor epidemia de dengue en Perú en toda su historia”. Esta clase de incrementos exponenciales también están documentados en la prensa de este año de otros países como Argentina, Uruguay, Brasil, y México.
Entre los principales causantes de dicho incremento a nivel mundial, la OMS menciona al clima y el calentamiento global, aunados a una mayor movilidad de mercancías y personas entre ciudades y países, la expansión urbana, la falta de saneamiento, y otros fenómenos que se encuentran íntimamente relacionados con el entorno geográfico y sus desigualdades sociales y económicas. Es decir, el lugar en donde vivimos y el acceso a servicios, también juega un rol importante en la conformación de nuestra salud y bienestar.
Desde esta perspectiva, la Geografía Aplicada, mediante sus análisis espaciales ha contribuido de manera histórica en los análisis de causas epidémicas, es famoso el caso del anestesiólogo inglés John Snow, que, en 1854, a través del mapeo de la distribución de la epidemia del cólera, pudo asociar las muertes en Londres por este padecimiento, con los pozos con agua contaminada, y tomar acciones de mitigación y prevención muchos años antes que se descubriera el agente infeccioso.
Actualmente en México, el Instituto de salud Global de Rutgers, en colaboración con la Universidad Autónoma de Nuevo León, se encuentran mapeando los lugares con mayor incidencia del dengue en el país, con el fin de calcular los factores de riesgo vinculados al desarrollo de la infección, encontrando que las desigualdades geográficas influyen significativamente en la incidencia del virus en las poblaciones más económicamente vulnerables, reafirmando lo que menciona Arcaya (2015), acerca de que la pobreza urbana puede realmente aumentar los riesgos para la salud, y que la mala salud puede llevar sistemáticamente a los individuos hacia zonas más marginadas.
En el caso de Yucatán, donde la vulnerabilidad por carencias sociales ha aumentado un 3 por ciento en 5 años (Coneval), y el 98 por ciento de los servicios de salud con hospitalización se encuentran en zonas urbanas (INEGI), se puede observar que las poblaciones con mayores muertes confirmadas por el virus, se encuentran en la zona sur y la costa de Yucatán, en donde por el tipo de vegetación, clima y viviendas se potencia la propagación de mosquitos. De modo que la cantidad de pacientes han sobrepasado la capacidad de las clínicas locales, teniendo que ser trasladados a hospitales estatales en Mérida, lo cual, aunado al tiempo de incubación del virus y la tardía aparición de síntomas de la fase crítica, retrasan la oportuna atención médica, desencadenando complicaciones y en algunos casos, los decesos.
El INEGI menciona que en Mérida, al menos el 22% de la población encuestada se encuentra sin servicios de salud públicos o privados, y en el caso de la vivienda, existe una gran cantidad de viviendas autoproducidas en asentamientos irregulares y en proceso de consolidación en la zona sur de la ciudad, que no cuentan con servicios de agua potable o sanitarios, por lo que los habitantes almacenan agua en grandes recipientes, que, aunados a su cercanía a terrenos baldíos, los convierten en nuevos espacios de vulnerabilidad ante el dengue.
En conclusión, el análisis territorial y geográfico de la relación entre los factores sociales con la salud, es una herramienta útil para la planeación de intervenciones prácticas que hagan la diferencia en zonas de alta vulnerabilidad, como menciona Arcaya (2015). Por tanto, Las desigualdades geográficas en salud, a menudo reflejan estructuras sociales injustas.
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