''Mira que eres farsante, Maussan''

Los ovnis aterrizaron en la Cámara de Diputados. Ahí, científicos y pilotos relataron sus experiencias de primer, segundo y tercer tipo con “fenómenos anómalos”. Según crónicas de esa jornada legislativa atípica, pidieron que los gobiernos compartan la información en su poder sobre inteligencia y tecnología no humanas.

Uno de los participantes fue el director del programa Tercer Milenio y conocido ufólogo Jaime Maussan Flota, quien igual moderó la intervención de astrónomos de universidades como Harvard y expertos y políticos llegados de Japón, Argentina, Francia, Brasil y Perú; todos juraran decir la verdad.

En el grand finale Maussan mostró dos momias de Nazca, que se describieron como "cuerpos de aspecto humanoide, pero con manos y pies de tres dedos, huesos resistentes y ligeros, ausencia de dientes y visión estereoscópica, que les conceden características de las aves; una, con unos huevos con embriones”.

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En ese momento, los que habían contenido la risa no se aguantaron más. “¡Eres un fraude!”, "¡Mira que eres farsante, Maussan!”, le reprocharon, al presentar como prueba uno de los fetiches más cuestionados entre los estudiosos del fenómeno ovni. Las críticas igual se replicaron en las redes sociales, por donde se transmitió en vivo este evento legislativo. Al día siguiente, incluso periódicos de otros países publicaron, con sorna, fotos de las momias de Maussan. 

La burla nos salpicó a todos los mexicanos, entre otras cosas por convertir al Congreso en un puesto de fenómenos de feria. Y es que incluso Marbella, la mujer lagarto, parece más real que los monigotes del ufólogo. Como la UNAM fue mencionada en la performance, rápidamente la casa de estudios se deslindó del tema, dejando solo, de nuevo, al director del circo extraterrestre. 

La intervención de Maussan en la Cámara de Diputados me recordó al personaje Baudolino, de Umberto Eco. Este era un animalillo del bosque que adoptó el emperador Federico, y que hizo de la mentira su modo de vida. Una de sus facetas fue la de vendedor de reliquias, en gran demanda en esa época en que los pilares de las catedrales comenzaron a brotar de la tierra. 

El pícaro se dio cuenta de este nicho de mercado cuando, al fabular sobre una visita a Roma, comentó que “en el palacio de Letrán había visto un relicario de oro adornado de diamantes, y dentro el ombligo y el prepucio de Nuestro Señor”. Como todos a quien le narró esa fantasía le creyeron, comenzó su emprendimiento de venta de reliquias. 

Su catálogo incluía siete cabezas de San Juan Bautista, la capa púrpura de Cristo, la esponja impregnada de hiel y vinagre que ofrecieron a Nuestro Señor moribundo, salvo que ya seca; una custodia donde se conservaba un trozo del pan consagrado en la última Cena, los pelos de la barba del Crucificado, la túnica inconsútil de Jesús, la que los soldados se jugaron a los dados, y, cómo no, los dados de los soldados… 

Baudolino y Maussan mienten porque les creemos. Hace unos años, la agencia consultora Glocalities preguntó a más de 26 mil personas de 24 países si creían en la vida extraterrestre. El 61 por ciento respondió que sí, 17 por ciento que no y el 22 por ciento que no sabía. Rusia y México se colocaron entre los países más creyentes: el 68 por ciento y 61 por ciento de los encuestados de esos países respectivamente estaban seguros de que no estamos solos en el universo.

Entonces, el quid no son los mentirosos sino los crédulos. Así pues, concluye Eco, ·si el lector descubre extrañezas, que no se inquiete, que disfrute de ellas porque el único que miente en la novela es Baudolino”. Y, para muchos, Maussan.

Lo que no nos asombra es que el escenario de esta fábula lunática haya sido el Congreso, pues peores mentiras se han lanzado desde su tribuna. Al grado que las momias son más reales que muchos de los discursos ahí declamados. Y, comparado con algunos diputados falsarios, Maussan es sólo un aprendiz.
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Edición: Estefanía Cardeña