El proceso electoral 2024 será uno de los más grandes en la historia de México por la cantidad de cargos que se encuentran en disputa. A la Presidencia, nueve gubernaturas, el Senado y la Cámara de Diputados, deben agregarse las presidencias municipales y congresos estatales respectivos, por lo que el número de cargos en juego se encuentra próximo a los 20 mil.
El mayor número de cargos, por supuesto, se encuentra en los niveles locales; en los ayuntamientos y los congresos estatales. De estos, por lo general, al votante promedio le interesa la autoridad más cercana y que es también la que recae en una sola persona. Así, el grueso de la ciudadanía suele tener más información sobre los candidatos a las alcaldías, al gobierno de su estado o a la Presidencia del país, que sobre quienes se disputan su representación en los poderes legislativos. Esto no es un asunto menor.
Este domingo, el presidente Andrés Manuel López Obrador reflexionó sobre la importancia que tiene para su causa ganar la mayoría en el Congreso. Afirmó que “yo gané la Presidencia, pero si no hubiésemos ganado la mayoría en el Congreso nos hubiese costado más trabajo ayudar a la gente porque si no se cuenta con la mayoría no se puede contar con el presupuesto integrado”.
En efecto, en el Congreso es donde se define el grueso de los temas cruciales para el Estado, y cuando la generalidad de la población percibe que senadores y diputados son de los servidores públicos más corruptos (esto según publicó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía el pasado 6 de diciembre), estamos ante un problema tanto de comunicación como de desconocimiento generalizado de las funciones que tiene el Poder Legislativo dentro de una democracia.
En el caso mexicano, la Cámara de Diputados se integra por representantes electos de cada distrito, que a su vez resultan definidos por la cantidad de habitantes en cada demarcación territorial. Es decir, debieran ser autoridades mucho más cercanas de lo que se les percibe (de ahí la queja perenne de que únicamente se les ve durante la campaña y nunca se les vuelve a ver en el vecindario), y sobre todo con las que debiera existir una comunicación constante. Estados Unidos posee una cultura política en la cual es habitual que cualquier votante se comunique con su representante o senador con respecto a cualquier asunto que involucre impuestos, planes de obra pública, calificación de delitos o asignación de recursos para las escuelas; algo que en México prácticamente no se acostumbra, en parte porque, a diferencia del vecino del norte, ahí también es frecuente la reelección de legisladores.
La reflexión del Presidente está motivada en su intención de dar continuidad a su movimiento, la Cuarta Transformación, y en particular con dos asuntos que figuran en su plan: reformar el Poder Judicial y el Instituto Nacional Electoral. Ambos han encontrado fuerte oposición en un Legislativo donde Movimiento Regeneración Nacional (Morena) no tiene la mayoría, lo que ha dado pie a que estos pendientes se encuentren en el “Plan C”; es decir, que se enviarán nuevas iniciativas al Congreso en septiembre de 2024, apenas asuman los legisladores que resulten electos. De ahí que López Obrador resalte la importancia de contar con un Legislativo que simpatice con sus causas.
Ahora bien, por un lado es cierto que en las Cámaras han existido grupos que se han dedicado a decir no a todo lo que ha propuesto el Presidente. Pero por otro, los mexicanos también tienen en consideración los tiempos del “carro completo” de cuando el Partido Revolucionario Institucional (PRI) era el hegemónico y lo más visible eran las ovaciones al jefe del Ejecutivo cada primero de septiembre.
Entonces, el Legislativo seguirá siendo un Poder bajo sospecha; ni puede ni debe ser un facilitador para el Ejecutivo, ni tampoco un obstáculo para el desarrollo. En el equilibrio de poderes, el formado por quienes en teoría son representantes directos de la población es precisamente el que debe ser conciliador de intereses precisamente por la diversidad de su conformación. Por lo mismo, es a quienes la ciudadanía debiera tener más vigilados y no esperar, en vano, a que regresen a su distrito como si estuvieran en campaña.
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