El clasismo de la oposición

El más vil de los clasismos es creer que a los que se considera “inferiores” son incapaces de razonar para distinguir entre la verdad y las mentiras, calumnias y difamaciones, aun las más burdas carentes de un mínimo sustento.

La base de las campañas políticas que cifran sus posibilidades de triunfo electoral en “guerra sucia”, no es otra que el menosprecio a la inteligencia de los votantes, a su capacidad de juicio y de discernimiento, lo cual es un profundo clasismo.

El torpedeo diario de los medios de comunicación impresos, electrónicos y redes sociales, en la actualidad, es un verdadero choque entre dos visiones de México totalmente opuestas: la de los panistas, priistas y perredistas aliados para representar a la derecha neoliberal que perdió la presidencia de la Nación en 2018, y la del actual gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador.

Los priistas, panistas y perredistas aliados afirman que el país estaba mejor antes de las elecciones de 2018 y arremeten con todo contra el gobierno actual sin escatimar mentiras, calumnias, difamaciones y todo tipo de infamias, aun las que buscan desabarrancar al país y entregarlo en manos de nuestro poderoso vecino norteamericano.

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La estabilidad actual del país, económica y política, les provoca enojo, lo mismo que la reducción del número de pobres en contraste con el aumento de la inversión extranjera directa, por encima de la visión catastrofista que difunden dentro y fuera de México. No tienen de otra y la campaña de la abanderada del PAN, PRI Y PRD Xóchitl Gálvez se basa en exacerbar el miedo por la inseguridad y la violencia que alimentaron en sus gobiernos junto con la miseria. La solución que plantean es la “guerra Calderonista contra el narcotráfico”, desnudada como una falacia durante el juicio a Genaro García Luna, el hombre fuerte de esa guerra que solo benefició al cártel de Sinaloa, por lo cual fue declarado culpable en una corte de Nueva York. Lo cierto es que no habría cárteles tan fuertes sin la complicidad de los cuerpos policiales de los tres órdenes de gobierno, fuerzas armadas, ministerios públicos y jueces, además de políticos y empresarios que lavan el dinero sucio. El problema es añejo y complejo. Además, no sólo se trata de narcotráfico, sino de control de cadenas de producción y suministro de productos agropecuarios, huachicoleo, secuestros y el artero cobro de derecho de piso. Aquí no hay espacio para el clasismo de creer que las mayorías no distinguen entre las mentiras, las ocurrencias, y las propuestas viables, verdaderas y comprometidas.
 

En lo local

En Quintana Roo puede ocurrir que si los candidatos del hegemónico Morena y sus impresentables aliados del Verde y el PT no se aplican, sus opositores crezcan y les ganen algunos cargos en disputa el próximo dos de junio. Por ejemplo, es penoso que la torpeza en el manejo de las formas sea lo sobresaliente en el inicio de campañas de Anahí González y Eugenio Segura, en pos de las senadurías. Sus sesudos asesores que ya festinan la gubernatura, los mal “disfrazaron” de mayas para legitimarlos y provocaron el efecto contrario. Ni el sobrero, palazo, huaraches y talante de Segura corresponden, ni nada de Anahí González. La dupla de Movimiento Ciudadano: Roberto Palazuelos y Mayusa González Cahuich, auténtica originaria y activista de la etnia maya, tienen elementos para ganar la carrera por el senado. 

En fin, son cosas que pasan en nuestro país y en nuestro caribeño estado.

¡HASTA LA PRÓXIMA!   

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Edición: Estefanía Cardeña