Cuando la negligencia y las campañas electorales basadas en destruir coinciden, es el peor escenario para la tranquilidad y la paz social a la que tienen derecho todos los votantes a los que pretenden convencer, a costa de lo que sea, paradójicamente, incluso causándoles daño.
La situación convulsa en Estado de Guerrero es una mezcla de desatinos del gobierno estatal morenista que encabeza la gobernadora Evelyn Salgado, y la base de la campaña electoral de la alianza PRI, PAN y PRD que es exacerbar el miedo.
En el gobierno federal del priista Enrique Peña Nieto ocurrió en artero asesinato de 43 normalistas de Ayotzinapa, que construyeron una versión oficial de los hechos alejada de la verdad y por supuesto, de la justicia. Las instituciones mexicanas durante muchos años fueron usadas para simular situaciones, y aún para proteger crímenes y delitos de los poderosos.
El nivel de perversión institucional ha sido muy elevado, lo cual es absurdo creer que podría transformarse y revertirse mediante la buena voluntad y los deseos de una persona, en este caso, del presidente Andrés Manuel López Obrador. Las instituciones todavía albergan en su interior a muchos de los victimarios de la sociedad de antes de las elecciones de 2018 que rechazaron al PRI, PAN y PRAD.
Como AMLO ha señalado, sus opositores infiltraron ya al movimiento de los padres de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa que con violencia derribaron una puerta de Palacio Nacional, lo cual jamás hubieran hecho contra sus victimarios del gobierno de Peña Nieto. Ahora, después de que un policía estatal asesinó hace unos días a otro normalista y ninguna institución del gobierno de Evelyn Salgado lo detuvo, la ola de violencia en Guerrero ha crecido. La apuesta del antiguo régimen mexicano siempre ha sido la violencia. No es extraño que difundan en redes y grupos de WhatsApp videos de actos violentos para alimentar el miedo y disfrazarse de salvadores. Baste recordar el fatídico 1994 en la transición del poder de Salinas de Gortari, cuando fueron asesinados el candidato priista Luis Donaldo Colosio y el Secretario General del PRI Francisco Ruiz Massieu. La investigación del asesinato de Ruiz Massieu corrió a cargo de su hermano menor Mario, quien renunció dos meses después y señaló: “el pasado 28 de septiembre una bala mató a dos Ruiz Massieu. A uno le quitó la vida, al otro le quitó la fe y la esperanza de que en un gobierno priista se llegue a la justicia. Los demonios andan sueltos, y han triunfado”. La ciudanía tiene que ser consciente que esos demonios aún conservan poder y siguen dispuestos a todo.
El partido Morena no ha tenido empacho en violar el código elemental exigido por su fundador AMLO: “no robar, no mentir, no traicionar”. La impugnación de la Asamblea Nacional Indígena Plural a la candidatura Morenista al senado de Anahí González como cuota de las etnias ha exhibido de manera fehaciente las flagrantes mentiras de la impugnada. Afirmar que su lengua materna es la maya y que nació en una pequeña comunidad de la misma etnia son a todas luces mentiras. Evidencian su fragilidad, su codicia y falta de valores. Una vez que López Obrador se vaya, sin duda, el proceso de descomposición de Morena será acelerado, considerando que aún con su presencia en el poder, sus empoderados se religen, mienten, roban y traicionan, sin él no tendrán freno. En fin, son cosas que pasan en nuestro país y en nuestro caribeño Estado.
¡Hasta la próxima!
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