''Sí está raro''... y politizado también

El ferrocarril es un medio de transporte seguro, sí, y esto no significa que no tengan accidentes. Incluso las líneas que operan en Europa sufren de percances y su éxito se encuentra en sus protocolos preventivos y en los de actuación, a seguir en caso de un incidente.

La aspiración de las principales líneas ferroviarias, en cuanto a siniestros, es muy específica: reducir al máximo y de preferencia a cero la incidencia de accidentes atribuibles a causas operativas; es decir, a conductores o al personal de vías. Esto, en Europa, ha llevado a que el 52 por ciento de los accidentes de trenes se deba a allanamiento de infraestructura, lo que en México entendemos como conductores de automóviles que intentan “ganarle al tren”.

Sin embargo, las colisiones entre convoyes suceden, incluso en Bélgica o Alemania. Por lo general, a los medios terminan por interesarnos estos accidentes, los que pasan a la lista de las catástrofes por la cantidad de pérdidas humanas. Mientras, entre 2010 y 2014, la media de colisiones y descarrilamientos por año en Europa fue de 130, según informa la Unión Internacional de Ferrocarriles (UIC); la cifra bajó a 80 en 2016. Ahora bien, en España, según el Observatorio de Transporte y Logística (OTLE) de ese país, se contabilizaron, en 2019, 151 accidentes, de los cuales 49 fueron calificados como significativos y 21 como graves.

Este lunes, el Tren Maya experimentó un percance en la estación de Tixkokob, Yucatán. Se trató del descarrilamiento de un carro, sin más consecuencia que la demora en el viaje y la incomodidad de los pasajeros, sobre todo porque estos no contaron con la información suficiente sobre lo que podían hacer y las medidas que se estaban tomando para que el vehículo volviera a correr sobre las vías.

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El hecho circuló rápidamente por las redes sociales, alimentado también por el morbo, pues la palabra “descarrilamiento” suele estar asociada a una catástrofe y a imágenes hollywoodescas en las que locomotora y carros terminan de lado, y las personas resultan heridas, cuando menos, por un vidrio roto. Se trató de un simple accidente, prevenible, y por fortuna sin lesionados. Eso sí, es el primero que tiene el vehículo en movimiento; no es un percance durante la construcción ni tuvo una causa externa. Entonces entra en el parámetro de los incidentes que en Europa se pretende reducir, y que no resulta aceptable mientras todavía se tienen cuatro corridas por día en cada sentido.

Al respecto, el presidente Andrés Manuel López Obrador respondió durante su conferencia diaria: “Sí está raro cómo en la estación por un error humano no hubo cambio de vía, no se llevó a cabo el cambio en un aparato de vía y se está buscando para ver si fue algo intencional o fue un error de los responsables del manejo de las vías”.

Raro, sí, y politizado también; de ahí que exista tanta atención a un percance sin consecuencias fatales. Por eso también se requiere información oportuna sobre lo que ocurrió, para despolitizar el asunto. Si fue algo intencional, como mencionó el Presidente, o si se admite que fue un sabotaje, como ha manejado algún sector de la oposición, indica que todavía hay muchos aspectos vulnerables en la infraestructura del Tren Maya, pues esto se habría realizado en las narices de la Guardia Nacional y personal militar destacado en las estaciones.

Un error humano es una explicación, pero también es necesario dar a conocer cómo actúa el personal asignado a las vías, destacado para operar precisamente los cambios, pero también suelen ser quienes diariamente recorren el tendido para revisar el estado de los durmientes, reportar la necesidad de una cuadrilla de mantenimiento, detectar desniveles en los terraplenes, entre otras tareas. En el pasado, los trabajadores asignados a estos trabajos constituían una división dentro de la empresa paraestatal que existía.

Pero también queda pendiente una mejora en los protocolos de actuación en caso de siniestro, que van desde brindar la atención médica pertinente de modo expedito, si fuera el caso, hasta hacer descender al pasaje y brindarle comodidad en lo que se realizan los remedios necesarios, así como instrucciones claras en cuanto a dónde debe permanecer para garantizar su seguridad; por último, también se agradecería contar con tiempos establecidos para llevar a cabo reparaciones.

Por último, deberá recalcarse que, como medio de transporte, la posibilidad de un accidente es real. Incluso un vehículo que corre a velocidad moderada, como el trenecito del Parque Zoológico del Centenario, en Mérida, tuvo un percance recientemente, del cual resultaron lesionadas tres personas. Lo importante es contar con mecanismos para disminuir riesgos y atender rápidamente a las personas afectadas.

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Edición: Estefanía Cardeña