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Foto: Teresa Quiñones Vega

Teresa Quiñones Vega

Durante la infancia, cualquier objeto puede convertirse en un juguete y ser motivo de juego. Se reconoce la importancia de los juegos y juguetes no solo en el proceso de aprendizaje de conocimientos, valores, creencias y normas, sino también en el desarrollo físico y social de las personas, especialmente de los niños y niñas.

En las comunidades mayas, se observa un profundo conocimiento sobre el monte y la milpa, que es transmitido de generación en generación. Así, los niños y niñas se familiarizan con el medioambiente a través de actividades en las que acompañan desde pequeños a los adultos como yendo a la milpa o a leñar.

Estas líneas buscan ilustrar cómo los niños y niñas mayas exploran y aprenden sobre su entorno natural a través del juego y los juguetes, aunque la construcción de estos juguetes y la forma en que se juega se basa en su entorno sociocultural. Por ejemplo, las niñas y niños mayas participan en juegos como el gremio o la corrida de toros, los cuales se inspiran en las actividades y tradiciones de su propia comunidad. Mientras que las niñas participan en la preparación de comida y la elaboración de tortillas, los niños participan en la construcción del píib o horno bajo tierra. En este proceso, las niñas utilizan materiales como tierra, piedras, agua y hojas, mientras que los niños utilizan piedritas, palos y tierra.

En la niñez, las personas comienzan a familiarizarse con las responsabilidades que tendrán en su vida adulta a través del juego. Las niñas suelen acercarse a la banqueta donde sus madres preparan tortillas para "jugar" con la masa y aprender a hacer tortillas. Mientras tanto, los niños que acompañan a sus padres a la milpa disfrutan de actividades como cazar, “tirar” con tirahule o perseguir iguanas, conejos o ardillas. Durante las celebraciones, tanto niños como niñas participan en juegos, pero también se les asignan pequeñas tareas que contribuyen a su aprendizaje para la vida adulta. Un hombre maya compartió: “Antes donde iba tu papá a la fiesta, tú como hijo ibas, al principio pues vas a jugar, a veces te piden que ayudes a ir por leña o piedras y así vas aprendiendo, porque cuando vengas te dicen esa piedra sí, esa no y te van enseñando cuál sirve para el píib; lo mismo la leña”.

En las comunidades mayas, se encuentra una amplia variedad de recursos naturales como maderas, bejucos, semillas y hojas, que los niños y niñas utilizan para jugar y construir juguetes, tanto de manera individual como en grupo. Aprenden de sus padres, hermanos, primos o vecinos acerca de los tipos de madera más adecuados para diferentes tipos de juguetes: por ejemplo, la madera de chakaj (Bursera simaruba L) es liviana y se utiliza comúnmente para fabricar kimbombas o timbombas, mientras que la madera de ja’abin (Piscidia spp.), debido a su dureza, es ideal para elaborar trompos.

Durante nuestro trabajo de campo en la localidad de Tihosuco, Quintana Roo, tuvimos la oportunidad de presenciar cómo niños y niñas disfrutan principalmente de juegos como canicas, trompo y kimbomba. Además, observamos la promoción de juguetes y juegos "tradicionales" por parte del personal del Museo de la Guerra de Castas entre la población infantil. Entre estos juguetes se encuentra el "tul aak’" o aro, que se fabrica utilizando cualquier tipo de bejuco, como el "ek’kiixi" (Bignonia unguis-cati. L), formando una circunferencia que se ata para mantener el círculo con el mismo bejuco o hilo. También se requiere una pequeña madera para impulsar el aro; el objetivo del juego es hacer que el círculo ruede sin caerse, recorriendo la distancia deseada con la madera. En muchos lugares, el bejuco ha sido sustituido por llantas de bicicleta.

Otro juego tradicional es el "ustaj neek’" o soplar semilla, que requiere un trozo de cañabrava o caña (Arundo donax) o del tallo del k’o’och (Ricinus communis L.), junto con la semilla del árbol siijun (Sapindus saponaria L.). El objetivo del juego es colocar la semilla en la punta de la caña y, mediante la absorción de aire, mantener la semilla en equilibrio sin que caiga. Los participantes compiten por recorrer una distancia acordada previamente, y aquellos que lleguen con la semilla en la punta de la vara son los ganadores.

El "ook che’" o zanco es un juego donde se utilizan dos maderas largas con bifurcaciones o horquetas, las cuales deben estar a cierta altura del suelo. Se recomienda el uso de madera de tsalam (Lysiloma bahamense B.) o kitamche’ (Caesalpinia gaumeri Greesman) para este propósito. El jugador coloca sus pies en las horquetas y camina con las varas o palos, manteniendo el equilibrio para evitar caer. 

Estos son solo algunos ejemplos de los numerosos juegos y juguetes con los que los niños y niñas mayas se divierten y aprenden sobre su entorno natural y social, transmitiendo estos conocimientos a sus familiares y amigos. La supervivencia de estos juegos no solo fortalece los lazos comunitarios, sino que también preserva y enriquece la rica tradición cultural del pueblo maya, asegurando que las generaciones venideras continúen conectadas con su herencia histórica y su entorno natural.

Teresa Quiñones Vega es antropóloga social del Centro INAH Yucatán

[email protected]

 

Coordinadora editorial de la columna: 

María del Carmen Castillo Cisneros; profesora investigadora en Antropología Social

[email protected]

 

Lea, de la misma columna: La biblioteca del Centro INAH-Yucatán

 

Edición: Fernando Sierra


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