Fernando Gálvez de Aguinaga Más que una exposición, dispusimos la obra de estos tres artistas como un manifiesto contra la Guerra, en forma apremiante colgamos estas imágenes contra la masacre que está realizando el Estado de Israel contra el pueblo Palestino, más también queremos paz entre Rusia, Ucrania y la OTAN, pues en esa guerra se adivina un horizonte bélico y terrorífico para toda la humanidad. Paz también para un México que quedó atrapado en la “guerra contra el narcotráfico” lanzada por Felipe Calderón y encabezada por un criminal que trabajaba como parte interesada de al menos uno de los grupos criminales que decía combatir. Desgraciadamente, la exposición que presentamos tiene una vigencia pasmosa, aunque las obras de los artistas incluidos en la misma se refieren a distintos momentos históricos, parece que están hablando de Palestina, Ucrania o de las masacres del narcotráfico en Guanajuato. Goya acababa de inventar el arte moderno con su serie de grabados de Los Caprichos (1799), cuando unos años después se da la invasión de las tropas napoleónicas a territorio Español en 1808, dando lugar a la primer guerra de guerrillas como forma de resistencia del pueblo de España y algunas secciones de su ejército. El arte moderno nace de dos series gráficas, es decir, que surgen de un arte que requiere de la tecnología de impresión, así como la modernidad le debe mucho a la invención de la imprenta para difundir las ideas en libros. Entonces, las herramientas conceptuales desarrolladas por Goya, el pensamiento crítico y la libertad iconográfica para mezclar símbolos, realidades e imaginación en posturas expresivas absolutamente personales, pasan de la crítica moral, ideológica, religiosa y filosófica de Los Caprichos, a una crítica sobre la realidad histórica como la del tiempo de Los Desastres de la Guerra (1810-1815) pero, sobre todo, a una crítica devastadora hacia la perversidad del ser humano en contextos de guerra. Las escenas mezclan las peores atrocidades de la tortura y las masacres, con alegorías sobre cómo los seres racionales se convierten en irracionales en el catálogo de la violencia guerrera que se sucede en estas imágenes y que tienen base en el testimonio presencial de Goya y del pueblo y militares que le van narrando sucesos de los que alimenta sus aguafuertes y punta secas (por ello se dice que ahí nace el periodismo visual). No se trata de ejércitos, se trata de hombres y mujeres de uno y otro bando que se transfiguran en víctimas o victimarios psicópatas al fragor de las batallas. Las maneras de trabajar la imagen de Goya se convierte en uno de los grandes aportes del pensamiento ilustrado. Desde el grabado, aprovechando los claroscuros y el dibujo enfático y expresivo de las líneas gruesas y agitadas del aguafuerte, Goya pone la guerra como la expresión más abominable de traición a los principios básicos del humanismo, de la civilidad, del respeto mínimo a la racionalidad que nos distingue como seres humanos. Cuando ya no le alcanza para reflejar descarnadamente el catálogo de atrocidades que se pueden cometer en un conflicto bélico, surgen seres monstruosos, diabólicos, que reflejan las caras de la violencia extrema y el cinismo de políticos, curas, militares y población en general. Cuando el presidente Felipe Calderón lanzó su llamada Guerra Contra el Narcotráfico, (que tras la detención de García Luna se mostró como un negoció bélico en que autoridad y delincuentes eran dos caras de la misma moneda), Demián Flores se decidió a reconfigurar los Desastres de la Guerra para expresar y denunciar lo que estaba sucediendo en México y que a diario nos aterrorizaba. Las noticias de masacres, enfrentamientos, sicarios depravados que cometían cualquier cantidad de torturas, desmembramientos, ejecuciones que se hacían públicas colgando a las víctimas en postes, árboles, puentes y avenidas, parecían empatar el delirio terrorífico que denunció Goya. Con una estrategia y una imaginación deslumbrante que debiera volver a revisarse en todos sus aportes estéticos, la serie de Demián logró mexicanizar las estampas goyescas con igual maestría técnica y artística, lanzando un grito desesperado que parece decir: basta. La serie de Los Desastres Colaterales inició su itinerancia en Fuendetodos, pueblo natal de Goya y de ahí no ha dejado de moverse por la República Mexicana desde el año 2012. Por otra parte, al incorporar a Vlady en este coloquio del arte contra las guerras, fue imposible evadir la influencia determinante que tuvieron los aportes de Goya en su propia manera de configurar su imaginario. Vlady huyó con su padre del exterminio estalinista contra sus opositores políticos, pero a su vez, huyó de la Segunda Guerra Mundial y de los totalitarismos que asolaban Europa. Los conflictos armados, ya fuesen guerras civiles, revolucionarias o confrontaciones entre países, estuvieron presentes en su vida y como consecuencia en su arte a lo largo de toda su carrera. En la muestra de trabajos que presentamos de su autoría, se pueden ver otros aspectos también de lo que Goya influyó en su arte pictórico, gráfico y dibujístico. Por su lado, Demián Flores también se vio influido por Vlady siendo apenas un adolescente, y sus dibujos dejaron una huella imborrable en su valoración de la línea, sus posibilidades, los juegos del claroscuro. Haciendo coro a estos tres grandes artistas, está exposición y las actividades paralelas a ella, son un llamamiento de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, a la búsqueda de la paz como premisa básica para construir un mundo justo y democrático. Esta exposición fue curada por Silvia Vázquez Solsona, Fernando Gálvez de Aguinaga y Tonatiuh Gallardo, y se inaugura en el Centro Vlady de la UACM el jueves 13 de junio a las 19 horas. Dirección Goya 63, colonia Insurgentes Mixcoac. Lea, del mismo autor: Cambiar el mundo desde la gráfica
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