Opinión
La Jornada Maya
01/09/2024 | Mérida, Yucatán
Este domingo, el presidente Andrés Manuel López Obrador rindió el último informe de su gestión, dedicando un fervoroso agradecimiento por el “orgullo y el honor de haber servido a un pueblo bueno, trabajador, inteligente, fraterno, heredero de grandes virtudes y valores de los antiguos mexicanos”.
El testimonio fotográfico es elocuente y rebasa cualquier descripción: López Obrador
rindió el sexto y último informe de su administración ante una multitud que lo aclamó como a ningún otro Presidente en los últimos tiempos. Inicia ya el período de transición, de entrega del mandato a quien será su sucesora, Claudia Sheinbaum Pardo. Sin duda, se retira como uno de los mandatarios con mayor aprobación en el mundo.
Como otros antes que él, López Obrador pronunció un discurso triunfalista en el cual destacó que contó con el apoyo de millones de mexicanos y que con ello se logró “reducir la pobreza y la desigualdad en el país” y que esto se logró “entre muchos y desde abajo”.
Sin duda, éste ha sido el sello del gobierno de AMLO. En el nivel discursivo, la transformación que ha promovido que el Pueblo, entendido como la totalidad de la población sin distingo de nivel socioeconómico, educativo u origen étnico, participe en las principales decisiones del Estado, y de ahí que pueda afirmar que la participación de este Pueblo haya sido clave para alcanzar varios logros de su gobierno.
Lo cierto es que López Obrador ha cambiado el modelo de participación política de la población mexicana. Lo que ha querido llamar “la revolución de las conciencias” termina por ser la base de un nuevo sistema en el cual la legitimidad de toda gran decisión deberá contar con la legitimada que conceden las urnas; es decir, la dada por el voto directo de la ciudadanía, lo que “en esencia es reconocer y atender a los de abajo, quienes permanecían olvidados y humillados”.
Por supuesto, se debe dejar constancia de que el mensaje del Presidente tuvo ausencias en ciertos rubros, como el de seguridad pública. Mejor dicho, fue consistente con sus conferencias e informes previos, en el sentido de que declaró que hay una disminución en la cantidad de muertes violentas, asociadas al crimen organizado; aquí hay que reconocer que las cifras siguen siendo preocupantes, pero también que las condiciones heredadas por 30 años de gobiernos que dejaron crecer la delincuencia difícilmente se podrían resolver en un sexenio. Agreguemos que lo que entendemos como crimen organizado tendemos a vincularlo al tráfico de estupefacientes, éste depende de la demanda internacional, particularmente de Estados Unidos, y mientras ahí no se se reduzca el mercado, México seguirá poniendo los muertos en la lucha contra las drogas.
Igualmente, y difícilmente se puede decir que involuntariamente, el Presidente dejó sin actualizar la cifra de personas que salieron de la pobreza durante el sexenio, que son nueve millones de mexicanos.
Lo cierto es que, con este informe, López Obrador ha comenzado a despedirse de la Presidencia y también ha iniciado algo que a él le preocupa. Aficionado a la historia como es, le pesa saber cuál será el veredicto de los mexicanos con respecto a su gobierno. Un sector de la oposición se prepara para declarar que iniciará un nuevo maximato, al igual que el que encabezó Plutarco Elías Calles. Sin embargo, en esta misma ceremonia, AMLO mencionó en varias ocasiones a la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, a quien describió como una mujer “excepcional, experimentada, honesta y sobre todo de buenos sentimientos, de buen corazón, afín a los principios fundacionales de nuestro movimiento de transformación y auténtica defensora de la igualdad, de la libertad, de la justicia, de la democracia, de la soberanía”.
En tres ocasiones, López Obrador y miles de personas reunidas en el Zócalo de la Ciudad de México corearon “¡Presidenta, presidenta, presidenta”, y por lo pronto entre la gente que asistió se percibe una gran esperanza de que la Cuarta Transformación continuará con Claudia Sheinbaum y que ésta sabrá imprimirle su propio sello al movimiento; tal vez un más técnico, pero no por ello distante de los gobernados. Con ese grito comenzó el cambio de gobierno. AMLO indicó “me voy a jubilar con la conciencia tranquila y muy contento”, y ese será su paso hacia los terrenos de la historia.
Edición: Fernando Sierra