El público del Peón Contreras

Por más de un siglo, el Teatro Peón Contreras ha sido considerado el máximo foro artístico en Yucatán, y a la vez se ha pretendido que su nombre sea sinónimo de alta cultura. Estos esfuerzos jamás han prosperado, especialmente porque desde su origen fue un espacio al cual llegaban los espectáculos más diversos y esto sin olvidar que en varias etapas de su ya larga vida, el Peón Contreras también fue empleado para exhibiciones del séptimo arte.

Por supuesto, hoy duele saber que ese importante teatro se encuentra próximo a cumplir dos años cerrado a causa de un cortocircuito que culminó en un incendio y a la falta de voluntad por parte de las autoridades responsables del recinto para gestionar los recursos para su restauración. Hacemos votos para que no le pase lo que al vecino Teatro Francisco de Paula Toro, de Campeche, que esperó más de tres años para que se diera su remodelación y pudiera volver a funcionar.

Pero volvamos a los espectáculos que se presentaban en los primeros años del Peón Contreras, pues uno pensaría que a finales del siglo XIX, cuando Yucatán figuraba como uno de los estados más ricos del país, si no era en realidad líder en cuanto a captación de divisas por la venta de fibra de henequén, la élite local se habría esforzado por hacer de “su” teatro un espacio para el “buen gusto”. Sucedía que no siempre había compañías de ópera dispuestas a hacer el viaje hacia el trópico y hacer una larga temporada, aparte de que el temperamento de los locales parecía más dado a ritmos un tanto más vertiginosos y con historias que les resultaran cercanas. Es por eso que también, habiendo más comunicaciones con Cuba que con Veracruz y la Ciudad de México, llegaran al Peón Contreras compañías de zarzuelas y operetas.

Al público yucateco también le emocionaban sobremanera los niños actores. Es fama que el tenor Plácido Domingo visitó Mérida en más de una ocasión porque actuaba en la compañía teatral de su madre, Pepita Embil, pero los antecedentes de infantes en el escenario se encuentran en todo el mundo, pues este es también el caso de Charles Chaplin, que adquirió sus primeras tablas en Londres, mucho antes de ingresar al mundo del cine.

El periódico El Eco del Comercio, en su edición del martes 20 de abril de 1897, nos deja un testimonio de una de estas compañías que traían niños actores. Cabe aclarar que para estas fechas la publicación mencionada aparecía tres veces por semana. La modernización de la prensa en la entidad se encontraba cerca, pero aún no había capitales dispuestos a apostar por mayores tirajes.

Volvamos a la Compañía de Zarzuela Cómica y Variedades Arcos, que había llegado a Mérida ese año y que incluía a un terceto infantil. El periódico nos dejó los retratos de estos actores, pero no el testimonio de que hubieran realizado un número juntos. Por el contrario, a pesar de que la nota está encabezada por las fotografías y se titula “El terceto infantil en el Teatro Peón Contreras”, apenas menciona que en su presentación “cumplieron su cometido satisfactoriamente, representan y cantan con gracia, revelando aptitudes precoces en el arte teatral”.

Por el contrario, la nota se enfoca en cómo el público meridano recibió a la Compañía, favoreciéndola con su asistencia, y por su calidad.

“El barítono D. Rafael Arcos, padre, tiene una voz extensa y llena, vocaliza muy bien y se presenta en la escena como veterano que es en el teatro".

“El imitador de Frégoli fue muy aplaudido por su vis cómica, su rapidez en las transformaciones, así como porque sabe dar carácter a los múltiples personajes que representa, desde el pisaverde hasta el viejo decrépito, desde la dama respingada y coqueta hasta la anciana que toca las puertas de la tumba, siendo aplaudido el joven Rafael Arcos, hijo, con entusiasmo". 

“Partes diversas del programa se repitieron a instancias de los concurrentes”.

Pero más que, a petición del público, los artistas repitieran alguna parte de sus actuaciones, el multicéfalo manifestaba claramente cuáles eran sus piezas favoritas: “No cerraremos este suelto sin decir que los dúos 1° y 5° de La Verbena de la Paloma fueron repetidos hasta cuatro veces y Do -Re -Mi -Fa o Una Lección de Música, desempeñado por el joven Arcos, representando cada personaje más cuatro transformaciones, agradó tanto, que hasta una diana se tocó por la orquesta”.

¡Así que hasta una diana! Al público asistente al teatro no le faltaba mucho para seguir alegremente a la charanga y los voladores, con todo y que vistieran de levita o enormes faldones de acuerdo a los dictados de la moda francesa; pero lo cierto es que los gustos son múltiples y, para bien, el Peón Contreras recibe prácticamente a todos… cuando están abiertas sus puertas.

Edición: Estefanía Cardeña