El paradigma bajo el cual asumimos que conocemos la realidad continúa sin ser trastocado. Desde que Isaac Newton estableció las “leyes de la naturaleza” la hegemonía se encargó de propagarlas como dogma. Con el paso del tiempo, el conocimiento de un individuo mutó a ontología. Así, al mirar arriba y observar el manto estelar, no vemos más que las ideas de Newton. Sabe a poco, siendo el universo inabarcable.
Pregunto, ¿alguien cuestiona como inacabada la manera en la que Sigmund Freud delineó la existencia del inconsciente? Al igual que con los postulados del físico y matemático inglés, hoy asumimos la existencia de un no consciente a partir de la experiencia personal de un médico que murió en 1939.
Y no obstante fueron brincos revolucionarios, en cada arista que orienta nuestro comportamiento como seres humanos, los saltos en el pensamiento siguen esperando por ser articulados, vividos, relatados y retratados. Curioso siglo XXI.
Curioso porque la bitácora de la modernidad repite parámetros donde existen triunfadores y derrotados, pero nunca clases formadas desde la acción colectiva. Una especie de conciencia volitiva por borrar de la conversación al único constructo social triunfante en las revoluciones de los recientes 130 años: los campesinos.
México no es la excepción. La mayor cantidad de ocasiones desde el otro lado del pandero, los campesindios (término acuñado por Armando Bartra), resisten como “entidades polimorfas, excéntricas y mutantes. Que por ello resultan inaprensibles con aproximaciones unilaterales”.
Durante la gesta armada de principios del siglo XX, los campesinos mexicanos nutrieron la cinética de subvertir el orden y dieron al mundo la primera revolución con movimiento. Toda una herencia también en el sentido creativo de la fotografía fija. Fueron semilla del neorrealismo, y siguen como goteo incombusto de resistir la normalidad creada por otros y haciendo la propia al andar.
Pero por algo la hegemonía se llama así y todo lo abarca. El campo mexicano como expresión de la posible socialización de los medios tiene poca narración. En ningún otro espacio social los protagonistas son los individuos colectivos como conocedores de los procesos. Es en el trabajo asociado donde pasadas las décadas resisten y, cuando la persecución lo permite, innovan.
Hoy son pocos los procesos de organización popular y campesina asentados en los libros de historia que llegan a las escuelas públicas. El pensamiento hegemónico acomoda la revolución mexicana como un hecho aislado, sin consecuencias más allá de un partido. Siguen siendo los campesinos pues, revoluciones por escribir.
Occidente enfrenta el agotamiento del pensamiento, navega en la involución que decreta conocemos de una forma y nada más. Lucha, transformación, vanguardia, son palabras con valor de uso para los siempre empoderados. Al igual que hace más de 100 años, los campesindios siguen transformándose a otro ritmo, sin someterse a las cosas que se acumulan, tomando decisiones de clase y colectivas.
Si el modelo actual ya no es funcional para los pueblos, ¿cómo abordar y por dónde empezar a intuir siquiera es deseable un cambio de paradigma cognitivo? No hay forma de saberlo, nada garantiza cómo será el minuto siguiente al cual tenemos conciencia de sí.
Entre los elementos ineludibles está el hacerlo desde otro lugar, el que sea, pero otro, con otros lentes. Lo actual fracasó y el mañana repetirá el yerro si las estructuras de lo real no son subvertidas, reinventadas, hechas por nuevos sujetos colectivos.
El camino será pavimentado con la participación en igualdad, desde los individuos sociales que construyan nuevas funciones, nuevas categorías y nuevas intenciones. El ser humano, como persistencia por el futuro, no atentará contra sí en tanto viva el aquí y el ahora con un nuevo lenguaje.
*Ha participado como consultor y estratega en procesos presidenciales, estatales y locales.Editor de publicaciones para la HCD en materia de política económica, además de en diversos títulos enfocados en procesos de organización comunitaria y poder popular. Ha impartido clases en diversos diplomados y maestrías con el tema “Hacia un nuevo paradigma epistemológico en las Ciencias Sociales” y coyuntura política a nivel México y América Latina.