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Foto: María del Carmen Castillo

En una charla reciente con Régulo Torres, maestro artesano que ha dedicado décadas a la reproducción de piezas arqueológicas, tuve la oportunidad de profundizar en la importancia de su labor. "Nuestro trabajo", me comentó, "es mantener viva una herencia cultural que de otra forma quedaría oculta en sitios arqueológicos inaccesibles para la mayoría de la gente". A lo largo de su carrera, él y su colega David Ramírez han perfeccionado el arte de recrear piezas prehispánicas utilizando técnicas tradicionales de estuco y cemento, combinadas con aglutinantes que transforman el carbonato de calcio en esculturas detalladas.

Lo que hace especial su labor no es solo la habilidad técnica, sino también la intención detrás de cada obra. "No se trata solo de imitar las piezas originales", explica Régulo. "Es comprender el estilo y respetar lo que la pieza tenía originalmente, sin agregar detalles ni arreglar destrucciones que ya existían". Para Régulo, su trabajo es una forma de preservar la memoria de otros tiempos y con ello ser una especie de guardián de un oficio milenario.

El proceso de creación es tan laborioso como atractivo. En la técnica de cantería, por ejemplo, comienza con una capa de estuco de dos a tres centímetros de grosor. Luego, en un estado conocido como "punto de cuero", se inicia la talla, una labor que requiere mucha precisión, ya que "después de horas de trabajo, el estuco casi se convierte en piedra". Me cuenta cómo él y David pasan largas jornadas perfeccionando detalles, con maceta y cincel en mano, sabiendo que cada golpe cuenta.

Pero no todo es talla en piedra o estuco. Una de las técnicas más fascinantes que emplean es el uso del proyector de acetato para trazar con precisión las piezas. Sin embargo, el proceso no termina ahí. Régulo explica: "Después de hacer el trazado, creamos una plantilla, preparamos la pasta y la dejamos secar un poco antes de comenzar a tallar pieza por pieza". Este trabajo minucioso continúa hasta que todas las piezas están listas para montarse sobre una estructura o base, que a veces consiste en una cama de unicel de alta densidad.

"Una vez preparada la cama", prosigue Régulo, "empezamos a colocar jeroglífico por jeroglífico, usando alambre galvanizado muy grueso para asegurarlas. Este alambre lo enganchamos entre la malla de fibra de vidrio, el unicel, la pasta y poco a poco vamos armando todo un rompecabezas". La precisión es crucial, ya que cada pieza debe encajar perfectamente para que el resultado final mantenga la coherencia y fidelidad de la pieza original. "Esta técnica", señala, "nos permite asegurarnos de que todo esté en su lugar y que no falte nada, lo cual es clave para obtener un resultado óptimo donde, en ocasiones, toca también modelar a mano, como si fuese arcilla.

Este enfoque, que combina tecnología moderna y técnicas tradicionales, no solo permite que las reproducciones sean fieles a los originales, sino que también facilita que el público contemple y aprecie piezas que de otro modo permanecerían fuera de su alcance.

A lo largo de la plática, no deja de cautivarme la pasión con la que habla de sus raíces. "Nunca olvidamos de dónde venimos", afirma. Régulo Torres, originario de Puebla, ha dedicado más de 30 años a labrar la cantera, un material que ha sido parte esencial de su desarrollo como artesano. Autodidacta por naturaleza, no solo trabaja la piedra, sino que también se ha sumergido en el dibujo y el modelado en barro, explorando diversas formas de expresión artística. Sus piezas favoritas provienen de dos sitios arqueológicos emblemáticos: Kohunlich y Calakmul, ambos en la península de Yucatán.

Además, Régulo lleva catorce años trabajando para Expo Museo, una labor que le ha permitido compartir su arte con un público más amplio. Su trabajo junto con el de David Ramírez es, en esencia, una labor de resistencia cultural. En un mundo donde la velocidad y la inmediatez nos comen, ellos eligen el camino lento, meticuloso, casi ritual, de la reproducción artesanal. Para Clarice Lispector sería: “el don de escribir sin usar palabras”. Cada golpe del cincel sobre la cantera es una palabra no escrita, una historia antigua que se revela lentamente encontrando nueva vida en las réplicas que, aunque mudas, hablan de un pasado prehispánico que sigue vivo y accesible en museos y exposiciones por todo el país. Las piezas en las que actualmente trabajan, las podrán ver muy pronto en el Museo Regional  de la Costa Oriental en Tulum.


Régulo Torres es artesano en la reproducción de piezas arqueológicas de gran escala. Trabaja para Expo Museo y se encuentra haciendo réplicas para el Museo Regional de la Costa Oriental en Tulum.

María del Carmen Castillo Cisneros es profesora investigadora en Antropología Social del INAH y coordinadora de esta columna.




Edición: Estefanía Cardeña


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