Opinión
La Jornada Maya
08/10/2024 | Mérida, Yucatán
En el historial del actual mandatario, Milton no era, por mucho, el primer huracán. Ya hace 22 años le tocó enfrentar al destructor Isidoro en su natal San Felipe, estando al frente como presidente municipal. Sobra decir que de ahí a preparar a todo un estado para otro meteoro y saber que se encarna a la autoridad a la que todos podrán reclamarle la acción imprecisa o la omisión, hay una gran diferencia. A Huacho se le reprocha ahora no haber decretado la alerta con suficiente anticipación; algo sumamente difícil de hacer cuando Milton surgió en una zona, las aguas del golfo de México, de la cual no se suele estar al pendiente cuando se trata de la formación de ciclones porque, cuando estos ya se encuentran ahí es porque se dirigen hacia Veracruz, Tamaulipas, Texas o Luisiana; no “de regreso” hacia la península de Yucatán.
Milton se desarrolló rápidamente. En unas cuantas horas pasó de categoría 1 a 5, y aunque en ningún momento dio señales de desviar su trayectoria hacia el Caribe, el solo hecho de llevar un patrón distinto al que tuvieron otros fenómenos similares era suficiente como para prender las alertas y llegar en su momento al rojo. Declarar la suspensión de actividades desde el domingo, algo que no se hizo, pudo haber sido un error fatal para las actividades del gobierno, pues en todas las oficinas era necesario poner documentos y equipos de cómputo a buen resguardo, para asegurar que al retorno se pueda prestar a la ciudadanía el servicio que requiera.
Ahora, en cuanto al estilo de comunicación del nuevo gobernador, ha resultado sumamente diferente al de su predecesor; con sus aciertos y posibles desventajas, pero con un toque particular que tiende a favorecer a la población más vulnerable.
Difícilmente pueda calificarse de “mensaje” a la aparición que tuvo Díaz Mena el lunes por la noche a través de la televisión estatal y las redes sociales. Se trató de un ejercicio que viene realizando desde la campaña electoral, un “live” o transmisión en vivo que de alguna manera había anunciado que continuaría, aunque la intención era hacer el primero desde el Palacio de Gobierno y no desde el C5.
La primera, y tal vez principal diferencia que ha establecido Huacho fue no seguir un guión preparado. Su transmisión no fue un mensaje, sino una interacción con los gobernados en la cual no vimos a un gobernador preparado para las cámaras; aseado, con la ropa planchada, maquillado y hablando frente a un teleprompter, sino a uno que llevó el C5 al ojo del público, con el rostro brillante y portando la misma vestimenta usada durante los recorridos por la costa que efectuó durante la mañana. En suma, alguien al pie del cañón.
Vimos, en cambio, a un gobernador dando respuesta a comentarios que le llegaban aparentemente sin filtro, escritos en papelitos, y mostrándose como alguien a quien la ciudadanía puede, y debe, recurrir para resolver dudas como a quién plantearle que alguna empresa obligó a sus empleados a permanecer en sus puestos a pesar de la suspensión, o que a unos trabajadores por contrato de la Segey alguien les machacaba que la suspensión no aplicaba para ellos. Tenemos entonces, un mandatario que se muestra como alguien al pendiente de los gobernados y a quien le llegarán los reportes de abusos por parte de funcionarios menores, y esto no es poco. Eso sí, es muy distinto a lo que estábamos acostumbrados.
Edición: Fernando Sierra