Opinión
La Jornada Maya
07/10/2024 | Mérida, Yucatán
Una de las más determinantes pruebas de los gobernantes peninsulares es su gestión antes, durante y después del impacto de un fenómeno meteorológico; su carácter se forja en la fragua del huracán. Las gobernadoras Layda Sansores, de Campeche, y Mara Lezama, Quintana Roo, ya tuvieron su prueba de fuego —o de agua. Las estrategias desplegadas por Mara Lezama incluso han sido reconocidas a nivel nacional.
En Yucatán, cuando aún el nuevo mandatario se está familiarizando con sus funciones y tareas, el huracán Milton representa la prueba fundacional de su gobierno. No sólo se enfrenta a un huracán con características complicadas, sino también al escrutinio de la sociedad: su gestión —eficaz o no— marcará una impronta que definirá a toda su administración; es su primer gran desafío mediático.
Los yucatecos aún tienen frescos los recuerdos de cómo enfrentaba estas situaciones el gobierno anterior, encabezado por Mauricio Vila Dosal. Con un instituto afilado para comunicar, el hoy senador manejaba con eficacia diversos canales para mantener informada a la población, factor clave en este tipo de situaciones. Por tanto, las comparaciones son inevitables.
Sin embargo, si la memoria se remonta aún más, ubicaremos a un joven alcalde de San Felipe, en medio de la tormenta y con el agua hasta la cintura, apoyando a la gente durante el paso de ese monstruo bautizado como Isidoro. Era septiembre de 2002, y Joaquín Díaz Mena se enfrentaba a su primer huracán como autoridad. Y lo hizo de una forma tan entregada que, incluso, así lo reconocieron los entonces presidente, Vicente Fox, y gobernador, Patricio Patrón.
El liderazgo de Díaz Mena resistió y salió fortalecido a furiosas ráfagas de casi 300 kilómetros por hora. Así que, en los pugilatos contra la naturaleza, el gobernador lleva ya varios rounds; no es un novato. Sin embargo, un fenómeno de este tipo no se combate solo: se requiere un equipo experto y comprometido, y es ahí donde de nuevo se pondrá a prueba a la nueva administración.
Integrante clave de este equipo es la sociedad. En Yucatán, las cicatrices del pasado nos recuerdan la importancia de llevar puntual seguimiento de la trayectoria e intensidad de los huracanes; somos conscientes que son momentos que requieren de responsabilidad y empatía. Estas difíciles coyunturas nos recuerdan que son mucho más las cosas que nos unen que las que nos separan. Y, con eso en mente, el apoyo a la nueva administración no se regatea.
Edición: Estefanía Cardeña