Opinión
Freddy González Basulto
21/10/2024 | Mérida, Yucatán
Imagina por un momento que un día despiertas con un ligero malestar, un dolor de cabeza leve o sensación de pesadez en el cuerpo, en los últimos años has hecho cambios positivos en tu estilo de vida, comes mejor, te mantienes activo y empezaste a realizar ejercicio de forma constante, por lo que tu mente descarta la posibilidad de tener alguna enfermedad grave, aunque un resfriado común o un malestar estomacal pueden aparecer en cualquier momento, ya ha pasado un tiempo desde tu última revisión médica, en alguna ocasión te realizaste análisis en un laboratorio por cuenta propia y todo salió en valores perfectos, pero este dolor de cabeza se está convirtiendo en algo incomodo, haciendo que tomes la decisión de acudir con el medico de confianza de la familia quien te interroga sobre tu estilo de vida, historial de enfermedades, cirugías realizadas y las ultimas vacunas que te aplicaste, te dice que todo esta bien, pero desde hace unos años debiste realizarte estudios adicionales propios a tu edad y género, te receta paracetamol y un antihistamínico para tu dolencia y en el transcurso de 3 días regresas a tu estado de salud habitual y dejas pasar esta ultima recomendación.
Unos meses después te enteras que en el trabajo te afiliaron a un servicio de salud, decides acudir para empezar a llevar un historial y pasas al módulo de prevención, donde te hacen algunas pruebas y al terminar continuas con tu rutina de forma normal, sin embargo, a los pocos días recibes una llamada que esta apunto de cambiar el resto de tu vida, te solicitan acudir de manera urgente con tu médico y una vez ahí se te explica que han llegado los resultados, el medico se toma unos minutos para explicarte la situación, pero mentalmente no continuas en la conversación, ni siquiera eres capaz de oír su voz, tu mente se quedo congelada en la primera palabra, cáncer. A partir de ese momento empiezan una serie de visitas a especialistas y laboratorios, sin recibir buenas noticias en ninguno de ellos, donde en su mayoría coinciden en la misma frase “si se hubiese detectado antes, todo sería diferente”.
Con el paso del tiempo y el avance de la ciencia médica, la forma en la que vemos las enfermedades ha ido cambiando, tanto en severidad, riesgo de incapacidad y en muchos casos letalidad, un claro ejemplo de esto está ocurriendo con el cáncer, una patología que hace algunas décadas era sinónimo de muerte hoy en día es posible tratarla y en algunos casos curarla. Esto gracias al desarrollo de las nuevas tecnologías y la generación de nuevos conocimientos en el rubro, que han permitido la creación de técnicas de detección oportuna para algunas de las variedades más frecuentes, lo que permite la detección mucho antes de que se considere un peligro inminente para la persona, sin embargo, aún hay un gran trabajo por recorrer dentro del rubro de la concientización para realizar estas detecciones oportunas, el concepto de salud y enfermedad que tenemos como población contribuye a la creencia que sentirse bien es sinónimo de bienestar total, creando una barrera invisibles en la implementación de estas técnicas preventivas, sumando en ocasiones , la desinformación que cada vez va en aumento.
Es por esto que en octubre toma lugar una campaña masiva para concientizar sobre el cáncer de mama y su detección oportuna, la cual se ha convertido en el pilar principal de la lucha contra este padecimiento, debemos enfrentarnos al miedo y a la vergüenza y comprender como individuos y sociedad que el desconocimiento de un diagnostico no nos libra de la enfermedad, por el contrario, una detección oportuna, permite iniciar tratamientos de forma temprana. El cáncer de mama puede aparecer en hombres sin embargo, estadísticamente es mucho más frecuente en mujeres a partir de los 40 años, por lo que se debe incitar a la población a participar en las diferentes campañas y alzar la voz para guiar a otras personas, recordemos que la autoexploración por si sola no es una herramienta confiable y en muchos casos se vuelve insuficiente.
*Doctor, educador en diabetes
Ingenio Colectivo
Edición: Ana Ordaz