Opinión
La Jornada Maya
03/11/2024 | Editorial
A un mes de haber iniciado la primera administración de la Cuarta Transformación en Yucatán, resulta hasta injusto exigir resultados contundentes en cuanto a un nuevo orden de las cosas. Sin embargo, el plazo sí permite hallar avances simbólicos, entendiendo esta palabra no como algo poco representativo sino, por el contrario, un cambio radical en las formas de hacer y que, a mediano y largo plazo, implicará una alteración de fondo y que también resultará sumamente positiva para esta entidad.
La novedad aquí se encuentra en que ya se marca una diferencia con el gobierno anterior y debiera ser suficiente para decir que la Cuarta Transformación pretende hacer algo novedoso en el rubro cultural.
Es necesario decir que, desde hace por lo menos 40 años, Yucatán no ha tenido más que dos proyectos de desarrollo cultural. Uno, marcado por pretender realizar eventos faraónicos, que sean reuniones multitudinarias, y que aplica el mismo principio cuando se trata de crear infraestructura; en ambos casos, el manejo de la “cultura” es gastar y gastar.
El segundo es más austero solamente en apariencia, pues suele ir por el “rescate” de expresiones identitarias como la trova, pero se resume en destinar dinero a los “favoritos”. Ambos proyectos están dirigidos hasta la fecha por personajes que se han convertido en caciques del sector, y a quienes se ha tomado por voces autorizadas para definir el futuro del mismo, así como a quién se debe considerar como “verdadero artista yucateco”.
Y aquí es precisamente donde, con un par de nombramientos, algo que puede marcar el camino hacia un futuro mucho más incluyente para toda la sociedad yucateca; se trata de contar con Fidencio Briceño Chel y María Elisa Chavarrea Chim como director general de Museos y Patrimonio y directora de Patrimonio Cultural, respectivamente; áreas ambas en contacto constante con el quehacer artístico fuera de Mérida y, además, el de la población mayahablante.
Ambos funcionarios cuentan con una sólida trayectoria académica y dentro del sector cultural, pero sobre todo con un trabajo continuo cuyo fin ha sido hacer visible a los mayas actuales, y si la bandera del nuevo gobierno lleva el nombre de Renacimiento Maya, esta selección de servidores públicos deja de manifiesto que existirá coherencia entre el decir y el hacer; y en este caso no es hacer en nombre de la población indígena yucateca, sino que las propuestas que ésta genere lleguen a las instancias que tienen la misión de convertirlas en proyectos ejecutables y llevarlos a cabo.
Lo significativo es precisamente que se tiene a dos personas que han contribuido grandemente a la visibilización de los mayas -ambos académicos mayas- en posiciones en las cuales pueden darle forma al Renacimiento desde el quehacer cultural y esto no es cualquier cosa.
Entonces, con Fidencio y María Elisa, puede decirse que el Renacimiento Maya ha puesto una pica en Flandes. Ambos han hecho mucho por evidenciar que los mayas pertenecen al actual momento histórico, que no son comunidades detenidas en el tiempo y que, por el contrario, que el maya es un pueblo que no solamente ha sobrevivido sino que tiene mucho más por brindar al mundo. La apuesta es grande, y seguramente habrá resultados sumamente significativos.
Edición: Fernando Sierra