Opinión
Margarita Robleda Moguel
20/11/2024 | Yucatán
Las mujeres que permanecieron calladas durante siglos, hoy, manifiestan su poderío atreviéndose a romper los mitos de que: “las mujeres no pueden”, “no saben”, “no son capaces”.
Mujeres que alimentan, mantienen la casa, crecen a los hijos, cuidan a sus nietos, mientras el varón retorna de las arduas faenas, orgulloso de su poderío y capacidad de control sobre la que lo sostiene fuerte, están descubriendo que alcanzar el éxito jamás imaginado, les conviene a los dos, y si no lo han hecho, el tiempo les dirá que eso, es lo mejor.
Comenzaron a surgir documentales que exhiben el tesón, capacidad y decisión de mujeres invisibles, como La Reina de la montaña, en la que Lhakpa Sherpa, de Nepal, nos muestra la lucha de una mujer que ha conquistado el Everest en 10 ocasiones. Que durante muchos años fue cargadora del equipaje de los alpinistas que intentaban hacerlo y que un día decidió que ella también era capaz; lo había hecho como “mula de carga”, por lo que, subir sin carga, tendría que ser más ligero.
Carismática, nos cuenta que ella no fue a la escuela, por lo que no sabe leer ni escribir, letras, sabe hacerlo con los vientos y la variedad de blancos y sonriente nos cuenta todas las vicisitudes que padeció, pero que su lema: “Las mujeres no podemos rendirnos” la mantiene intentándolo.
En los últimos tiempos, las rarámuris, que significa: “las de pies ligeros” habitantes de la sierra Tarahumara, Chihuahua, quienes, como parte de su vida, corren por las barrancas para trasladarse, socializar o comprar, han asombrado al mundo ganando ultra maratones con su vestimenta tradicional, alimentadas únicamente por pinole, y tesgüino, hecho de maíz fermentado que les da suficiente energía para correr 270 kilómetros sin detenerse.
Lorena Ramírez, quien ya tiene un documental sobre sus hazañas, fue la que abrió la brecha para que otras como ella, además de corretear a las chivitas, ahora se les llame: “las de los pies alados”.
Corren con guarachitos, que ahora lo ilusos quieren comprar y se cuenta que cuando a Lorena le ofrecieron de regalo los tenis más exclusivos, ella respondió: “Gracias, pero esos los usan los que corren detrás de mí”.
En Bolivia, en 2015, cinco mujeres decidieron plantarse y cambiar las reglas del juego. Ellas que durante mucho tiempo se habían dedicado exclusivamente a cargar las mochilas de los escaladores, a cocinar y mantener para los hombres los campamentos, no se les permitía ascender a la montaña, por lo que decidieron romper la barrera y crear el grupo de Las Cholitas Escaladoras. Ya subieron al Aconcagua, la montaña más alta de América Latina y ahora se preparan para escalar el Everest, que según dicen: “En algún momento lo habremos de lograr”. Es un agasajo fotográfico verlas con sus coloridas faldas con forma de campana y sus sobreritos típicos casi correr, libres y gozosas, monte arriba.
Y aquí en Yucatán, tenemos a las extraordinarias jugadoras de Softball, las
Amazonas de Yaxunáh, quienes han sorprendido a propios y extraños con su tenacidad y amor por su comunidad y el deporte. Se llaman así porque se reconocieron como amas de casa de la zona arqueológica de Yaxunáh y dejar en alto el nombre de su pueblo, es su meta.
Comenzaron a jugar con las comunidades cercanas y poco a poco corrió la voz de su valía; las invitaciones iniciaron a llegar de municipios más retirados, así como de los estados vecinos llegando a jugar en los Estados Unidos.
Fuero las primeras mujeres que pisaron el diamante del parque Kukulkán, territorio de los venados, junto con el equipo de la Natividad de Sucilá, logrando un lleno sorprendente. Juegan descalzas y con su hipil azul que ellas mismas bordan. Este año del 2024, hubo tanto calor, que sus pies, acostumbrados a correr descalzos, ahora lo hacían con las ampollas que de ellos brotaban, la tierra hervía y ellas no se rajaron.
ESPN Deportes, les filmó un documental, cuyo tráiler podemos disfrutar
aquí.
Mujeres Tierra, Viento y Fuego, compártanos, por favor, una rebanada de su pasión por la vida.
Edición: Mirna Abreu