Opinión
Óscar Muñoz
25/11/2024 | Mérida, Yucatán
La Feria Internacional del Libro Infantil y juvenil (Filij) fue llevada a cabo recientemente, como sucede cada año. La primera vez, esta feria fue realizada en 1981 y estuvo organizada por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes de aquel entonces y bajo la planeación y operación de la Asociación Internacional del Libro Infantil y Juvenil (IBBY, por sus siglas en inglés). En esta ocasión, la feria fue organizada por el Fondo de Cultura Económica y el Gobierno de la Ciudad de México, y ocurrió en el espacio La Milla, ubicado en el Bosque de Chapultepec, en la Ciudad de México, del 8 al 18 de noviembre.
Cabe señalar que, durante la Filij de cada año, acuden diversos autores, especialmente de literatura para niños y jóvenes; editores nacionales y extranjeros; promotores de la lectura infantil y juvenil; docentes de todos los niveles educativos interesados en libros para sus alumnos, y, claro, los padres de familia, quienes llevan a sus hijos a la feria y compran las publicaciones por las que los niños muestran interés por llevarlos a casa. Además de los participantes y asistentes a la feria, siempre son realizados talleres y espectáculos para niños y adolescentes, todos ellos relacionados con la literatura, el teatro, el juego y la creación artística.
Sin embargo, a pesar de la participación de alrededor de 75 casas editoriales que presentaron cerca de 90 publicaciones, la realización de aproximadamente 130 espectáculos artísticos en cuatro foros del sitio y la impartición de poco más de 650 talleres relacionados con el libro, la lectura y el arte, aún hoy día no se sabe bien a bien qué impacto efectivo ha tenido la Filij. Nadie tendrá duda de que la feria ha ofrecido sus frutos, pero nadie sabe exactamente qué beneficios ha proporcionado, directa e indirectamente, en la infancia y la adolescencia. Tampoco ha sido posible verificar tales beneficios, ya sea por parte de los organizadores de la feria, los padres de familia o los docentes escolares.
Como es notorio, es requerido un seguimiento a los efectos de la Filij en la población. Cabe señalar que, hasta hace poco, la feria ha resuelto tener presencia en algunos estados del país, para extender los supuestos beneficios de esta fiesta del libro infantil y juvenil a la niñez y la adolescencia de otras regiones de la nación. Ante esto último, aumenta la importancia que tendría una evaluación precisa sobre las consecuencias directas de la Filij en la población infantil y juvenil. Y no sólo para valorar los alcances logrados por la feria, sino también para encontrar la forma de relacionar los posibles propósitos obtenidos con otros programas particulares que ocurren en la escuela, la casa y/o la comunidad.
Si realmente la sociedad, en su gran mayoría, requiere ineludiblemente de una auténtica República de Lectores (proyecto nuevo del gobierno federal), de una verdadera eficacia de las Salas de Lectura (programa que el FCE mantiene en activo), del incremento efectivo de los Semilleros Creativos (programa iniciado por la anterior Secretaría de Cultura y que mantiene la actual administración federal) y de la aplicación de los programas de educación artística en las escuelas primarias (bajo la nueva modalidad del turno vespertino escolar), entonces habrá que evaluar los logros de la Filij, y no para saber si ha sido útil a la población infantil y juvenil, sino para asegurar que sea benéfica en toda su amplitud al detectar su posible interrelación con otros programas de educación escolar y comunitaria.
Por una parte, bien por la realización de la Filij, en su edición 42, aunque, por otra parte, habrá que hermanarla con otros programas que operan a lo largo del año y están destinados a los niños y adolescentes de México en todas sus regiones, ya sea con proyectos nacionales o estatales. Para ello, cada entidad del país deberá plantearse la necesidad de contribuir eficazmente en la aspiración de vivir en una República de Lectores, a través de las secretarías estatales involucradas, principalmente las de educación y de la cultura y las artes, así como aquellas otras instituciones tanto públicas como privadas y sociales involucradas en la lectura, la literatura infantil y juvenil y la creación escrita.
Edición: Estefanía Cardeña