Opinión
Eduardo Lliteras
29/11/2024 | Mérida, Yucatán
Trump, invasión suave o no a México: “Destacados jefes militares se declararon en favor de la ocupación de una gran parte de México. Ya en noviembre de 1913 el jefe del Estado mayor norteamericano, Leonard Wood, le había hecho notar al agregado militar alemán, Herwart von Bittenfeld, la importancia del petróleo de México”.
En el libro de Friedrich Katz, “La guerra secreta en México” queda claro, por si hubiera alguna duda, que los gobiernos estadunidenses han sopesado en numerosas ocasiones invadir México (y algunos lo hicieron, claro, como Woodrow Wilson y la toma de Veracruz 1914) y lo han hecho público o lo han hecho saber velada y no tan veladamente, a los gobiernos mexicanos en turno. O a las facciones en lucha en México.
Con justificaciones diversas, siempre en la mira los recursos naturales de México y el control de la clase política mexicana para que sirviera a sus intereses, las amenazas de invasión son expresión de la forma en que los gobiernos estadunidenses perciben a México: un país débil al que se puede pisotear. En ese concierto de amenazas, claro, también han participado otras potencias, tanto europeas como asiáticas, las que buscaban explotar las debilidades internas del país, sus divisiones y carencias, no sólo políticas, sino militares y económicas.
El sólo hecho de decirlo públicamente -amenazar con invadir- es una forma de presión sobre los gobiernos mexicanos, sin llegar necesariamente a la invasión propiamente hablando, como la que ocurrió en 1846.
El tema vuelve a estar sobre la mesa, ya lo habíamos dicho. En diversos foros, los que serán los futuros funcionarios de la segunda administración Trump, han vuelto a lanzar la amenaza con total ligereza, una y otra vez, culpando a México de todos sus males internos: del consumo de drogas a la migración y la “inseguridad”. Los trumpistas no sólo se olvidan de su propia responsabilidad en la crisis de salud entre su población, sino del ingreso de armas a México procedentes del ejército estadunidense en muchos casos y de la crisis climática y social en la que tienen mucha responsabilidad y que genera migrantes de toda Latinoamérica y de otros continentes. Los que utilizan el territorio mexicano para intentar llegar a Estados Unidos, país, por cierto, que los necesita para mantener funcionando su economía endeudada e inclusive para usarlos como carne de cañón en sus guerras alrededor del mundo. Guerras que son el alimento de su economía y de su conglomerado industrial militar, el que debe alimentarse de las muertes en otras naciones para seguir girando.
El tema de la invasión a México, saltó de nuevo a la opinión pública, luego de que la revista Rolling Stone retomara el tema diciendo lo que ya es público: que en el futuro gobierno en espera de Donald Trump, hay un nuevo debate sobre si el presidente electo debe cumplir con su promesa de campaña de atacar o incluso invadir México, como parte de la “guerra” que ha prometido librar contra los poderosos cárteles de la droga, y con qué grado de cumplimiento.
“¿Hasta qué punto debemos invadir México?”, dice un miembro de alto rango del equipo de transición de Trump. “Esa es la pregunta”, cita Rolling Stone.
La revista estadunidense dice lo que se menciona en numerosos foros y platós en el vecino país desde hace meses, así como en los pasillos del poder Republicano: “muchos dentro de los principales centros de poder republicanos han llegado a apoyar la idea de Trump de bombardear o atacar México”.
Atacar o bombardear a una nación vecina, socio comercial de primer orden, donde viven miles de estadunidenses que buscan aprovechar su economía y servicios y con la que supuestamente hay relaciones diplomáticas cordiales. Claro, dichas relaciones se han visto crecientemente ofuscadas en el cierre del gobierno de Andrés Manuel López Obrador y en el inicio del gobierno de Claudia Sheinbaum, con los numerosos desencuentros con el embajador Ken Salazar, por la reforma judicial entre otros temas como la inseguridad y la violencia asociada a los cárteles en nuestro país. Siempre justificaciones que surgen cuando se ven afectados los intereses poderosos del vecino país.
Como recuerda Rolling Stone, “los candidatos de Trump para el gabinete, incluidos sus candidatos para secretario de Defensa y secretario de Estado, han apoyado públicamente la idea de potencialmente desplegar el ejército estadunidense en México. También lo ha hecho el hombre que Trump ha designado para que sea su asesor de seguridad nacional”.
En pocas palabras, hay un amplio consenso de que algún tipo de agresión militar, justificada desde Washington, se pondrá en marcha. Mientras tanto en nuestro país ya hay quien la aplaude, claro, como ocurrió en el pasado con las invasiones en que perdimos territorio y vidas de mexicanos.
Lo peor es que en el discurso del ex presidente Trump se compara a los migrantes no sólo con “bad hombres” sino con animales a los que hay que exterminar. Esas palabras suenan muy parecidas al discurso sionista en Gaza, precisamente. Las muertes “colaterales” siempre hay que justificarlas de algún modo. Restándoles humanidad. En principio.
Edición: Ana Ordaz