Opinión
La Jornada Maya
26/01/2025 | Mérida, Yucatán
Bertha Hernández-Aguilar y Flor Mireya
Hoy en día, la gestión de los recursos naturales representa un desafío significativo para las ciudades, particularmente aquellos recursos que son finitos, como el agua. Las demandas derivadas del crecimiento urbano, los impactos del cambio climático y los problemas de desabasto o sobreexplotación son factores determinantes que inciden en la gestión del agua. Esta creciente preocupación por el futuro hídrico nos invita a reflexionar sobre la administración de este recurso esencial y a cuestionarnos cómo se percibe y se materializa entre las comunidades. En México, existe una multiplicidad de reglas, prácticas y procesos provenientes de la política, las instituciones y las administraciones responsables de tomar decisiones sobre la extracción, distribución y descarga del agua; es decir, lo que conocemos como la gestión del agua.
Esta gestión incluye a diversos sectores y actores en escalas de gobierno federal, estatal y local. Un ejemplo claro es Mérida, Yucatán, ciudad en rápido crecimiento que enfrenta retos vinculados al acceso al agua. En ella, la Junta de Agua Potable y Alcantarillado de Yucatán (JAPAY) gestiona oficialmente este recurso, aunque en la Zona Metropolitana de Mérida (ZMM) también operan entidades locales que gestionan o autogestionan el agua.
Con el objetivo de comprender cómo se percibe la problemática del agua en esta zona, se realizó un trabajo de campo y un cuestionario de percepción como parte del proyecto de investigación PAPIIT IN305524, titulado Urbanización, gestión del agua y vulnerabilidad hídrica en la zona metropolitana de Mérida, Yucatán. Este proyecto cuenta con la participación de geógrafos de la Unidad de Estudios Territoriales (UAETY) y del Instituto de Ecología de la UNAM. El cuestionario se aplicó en 2024 en las comunidades de Yaxnic, Molas, Conkal y Kanasín, con el apoyo de estudiantes de la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES) Campus Mérida de la UNAM. Su principal objetivo fue capturar la percepción de los residentes sobre las situaciones relacionadas con el agua que enfrentan en sus comunidades.
Entre los resultados preliminares que compartimos, destaca que la mayoría de las personas perciben una buena calidad del agua. Esta apreciación se relaciona, en la mayoría de los casos, con la ausencia de olor y color en el agua. Además, los encuestados consideraron adecuada la frecuencia con la que reciben el agua, y percibieron como bueno el servicio de abastecimiento. Esto sugiere que, en general, se encuentran satisfechos con la cantidad de agua disponible en sus hogares.
Sin embargo, también se identificaron problemas en el abastecimiento en determinados momentos del año, especialmente durante la época de sequía o frente a eventos climáticos extremos, como huracanes. Esta situación se explica, en parte, por el uso de pozos artesanales como fuentes alternativas de acceso al agua cuando el servicio de agua potable falla. Asimismo, se destacó que las interrupciones en el suministro eléctrico afectan el funcionamiento de las bombas de agua, lo que a su vez reduce la presión del agua y disminuye la eficacia del servicio.
Otro hallazgo relevante es que, aunque la JAPAY es reconocida a nivel estatal como la principal institución gestora del agua, su injerencia no siempre es clara a nivel local. De hecho, en muchas comisarías, la gestión del agua depende de figuras locales, como los ayuntamientos o las propias comisarías, que se encargan del abastecimiento, el mantenimiento e incluso la definición de tarifas.
Esta situación cobra especial relevancia porque 86 por ciento de la población de la ciudad recibe el abastecimiento de agua a través de organismos operadores como la JAPAY, mientras que 14 por ciento restante accede al agua mediante sistemas locales comunitarios. Por lo tanto, se puede afirmar que la gestión del agua en la ciudad está fragmentada en diversas figuras, lo que complica la solución de problemáticas como la contaminación por residuos porcícolas, industriales, urbanos y turísticos, así como la limitada capacidad de la infraestructura de saneamiento.
Finalmente, es importante señalar que esta fragmentación en la gestión del agua afecta negativamente la resolución de los desafíos actuales. Al obstaculizar la implementación de estrategias de manejo coherentes e integrales, el sistema de gestión hídrica se debilita, lo que pone en riesgo el acceso al agua y compromete la sostenibilidad del recurso a largo plazo.
Las autoras agradecen a todas las personas que participaron en las encuestas por compartir su tiempo y perspectivas sobre un problema que nos afecta a todos. Asimismo, reconocen el esfuerzo del equipo de trabajo de campo, conformado por estudiantes, tesistas y académicos de la UNAM.
Edición: Fernando Sierra