Opinión
José Juan Cervera
26/02/2025 | Mérida, Yucatán
La corrección política, la cuadratura moral y la esterilidad fanática parecen convencer a sus portadores de haber ganado la partida a quienes se resisten a parecerse a ellos construyendo sus pequeños circuitos de aprendizaje en márgenes de autonomía relativa. Los mecanismos de control de la cultura dominante son insuficientes para cubrir todos los enclaves de experiencia creadora que contradicen sus rutinas y su inercia. La inconformidad que resulta de tales moldes restrictivos trasluce en diversos planos de la vida social y se muestra en formas que se dan a notar enseguida. Como testimonio impreso de este ánimo contestatario surgen revistas que en distintas épocas suman líneas de continuidad en la memoria hemerográfica que escudriña sus alcances y sus vicisitudes, incluso marca los vínculos efectivos que privaron en algunas de ellas por vía de sus impulsores y protagonistas.
El número 69 de la revista Generación Alternativa (Ciudad de México, 2007, en un mes que pudiera situarse entre mayo y junio de ese año) rinde homenaje a varias antecesoras suyas que dignificaron su parcela vital abriendo canales expresivos de calidad apreciable. En su mayoría son de México y otras de España, hecho que se explica porque esta edición especial deriva de una exposición de revistas independientes de ambos países, efectuada en el Centro Cultural de España, en Ciudad de México, que incluyó mesas temáticas, conciertos y espectáculos escénicos congregando a editores, críticos, periodistas, escritores y artistas gráficos. Un encuentro de esta naturaleza demuestra que el humor, la heterodoxia y el impulso renovador pueden acoplarse sin entrar en conflicto con la disciplina intelectual. Este sistema de correspondencias, lejos de ser fortuito, tiene como base el denominador común que suscita el desencanto frente a las viejas estructuras sociales y sus fórmulas expresivas trilladas hasta el límite, de ahí la actitud inconforme, sarcástica, incluso corrosiva que adoptan los artífices de estas publicaciones y el reconocimiento mutuo que obra entre ellos.
Las revistas evocadas abarcan medio siglo de iniciativas frescas desde los años sesenta del siglo anterior hasta las primeras décadas del actual. Las mexicanas son El Corno Emplumado, Piedra Rodante, A Sangre Fría, Nitro/Press, Moho, La Pus Moderna y Generación Alternativa, la mayoría desaparecidas y con una cantidad variable de ediciones logradas (cuatro, nueve, veintiocho…), otras aún activas en ese entonces. Su conjunto mezcla recreaciones anarquistas, influencias de vanguardia, parodias, nota roja, apertura sexual, géneros híbridos, soltura verbal y voluntad de sondear modelos novedosos sin temor al escándalo, lo que valió a sus promotores hostigamiento y censura. Los textos reunidos exhiben la firma de José Agustín, Sergio Mondragón, Rogelio Villarreal, J. M. Servín, Mauricio Bares, Sergio González Rodríguez y Guillermo Fadanelli; varios de ellos editaron unas publicaciones y colaboraron en otras, es decir, respiraban una misma atmósfera con la naturalidad en que se fluye la vivencia espontánea. Esta entrega de la revista se complementa con otros escritos que interpretan a su modo el sentido metafórico y carnal de la cifra que registra su secuencia numérica –tal como lo expresa el ingenio popular–, además de una rememoración de Malcolm Lowry al cumplirse medio siglo de su muerte. Y aún más: el hilo de las publicaciones periódicas se extiende a un ensayo de Francisco Oyarzábal acerca de Playboy, fundada por Hugh Hefner en 1953 con la icónica portada de Marilyn Monroe; toma algo más de vuelo en un artículo de Miguel Ángel Morales titulado El 69 en el dibujo porno. Este autor dio vida a una serie que dedicó a las revistas eróticas en el suplemento Sábado del Unomásuno, a fines de los ochenta y durante el decenio siguiente.
Carlos Martínez Rentería (1962-2022), al frente de Generación (también recordado por su columna Salón Palacio en La Jornada), desempeñó un papel significativo en el proceso de articular el programa de aquel coloquio. La revista que dirigió solía destacar algún tema incómodo como nota principal en sus ediciones. Varias de ellas las dedicó a tomar el pulso de sensibilidades afines en varias entidades federativas, entre ellas Yucatán, en un número en que colaboraron escritores del terruño. Para sorpresa de quienes esperaban algo distinto, se caracterizó por una solemnidad apabullante y, en parecida medida, por un desenfado artificial que lo apartaron del tono distintivo de la revista. Sus textos parecían funcionales en el ámbito inmediato del suelo que los gestó por tratarse de plumas conocidas en medios locales, en los que se respira una atmósfera más convencional, pero no encajaban con el que les brindó hospitalidad con amable expectativa. Fue un ejercicio de voces desafinadas que, en vez de hacerse persuasivas, sonaron muy distantes del espíritu emanado de la contracultura. Cada quien da lo que tiene y no otra cosa, cada cual proyecta lo que es. Con este resultado, queda claro que algunos injertos dan frutos de escaso provecho. Pero el intento se hizo.
Edición: Fernando Sierra