Opinión
La Jornada Maya
28/04/2025 | Mérida, Yucatán
Desde finales de marzo del presente año se sabía de la presencia de la plaga del gusano barrenador, que afecta al ganado bovino, alrededor de la frontera sur de México. Como en todos los casos de enfermedades transmitidas por vectores, en este caso una mosca de nombre científico Cochliomyia hominivorax, era solamente cuestión de tiempo para que el hato ganadero nacional resultara afectado.
Al igual que con todos los padecimientos indicados, el papel de las autoridades es el de establecer estrategias para la contención del insecto, el freno a su propagación, y el objetivo es que se tenga el menor número de individuos afectados. El éxito depende de la colaboración que se tenga por parte de los ganaderos, y de la regularidad del monitoreo de los animales, pues la Cochliomyia es oportunista y deposita sus huevecillos en las heridas que pudieran tener las reses, pero también otros semovientes como borregos o caballos. Las larvas se alimentan del tejido vivo, haciendo más profundas las llagas y con ello afectando al huésped. Por supuesto, la carne de éste no debe llegar al mercado por ningún motivo.
La realidad actual es que el gusano barrenador ronda en el sureste del país y, de no controlarse, las pérdidas para el sector agropecuario pueden resultar millonarias, y esto no porque la plaga se extienda hacia las frutas que el país exporta a Estados Unidos, como mencionó el panista Marko Cortés en el Senado.
Independientemente de que lo dicho por el senador blanquiazul haya sido un disparate, tanto la presencia de la plaga como su manejo están bajo presión política.
En realidad, no interesa tanto que ya se haya desplegado al personal de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) para ir en busca de las gusaneras, sino el obtener “raja” de la crisis. A esto obedece también la comunicación dirigida por Brooke Rollins, titular del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, advirtiendo la restricción de importaciones de ganado mexicano.
En ambos casos es necesario ver la coyuntura electoral en ambos países. En México, nos encontramos a pocas semanas de celebrar las primeras elecciones por voto universal para el Poder Judicial de la Federación, un proceso extraordinario cuya importancia aún no ha quedado clara para el grueso de la ciudadanía nacional -o, por eso mismo, debe establecerse que la intención de participación es directamente proporcional a la disposición de ejercer las obligaciones que acarrea la calidad de ciudadano -; pero por el lado estadunidense, también es necesario ver que ahí se encuentran a poco más de seis meses de tener elecciones intermedias. En otras palabras, hay quienes desean convertir al país en piñata política, tanto cruzando el río Bravo como en las instituciones en las que se representa a la nación.
Lo importante será llamar a la cooperación del sector ganadero. A nadie en su sano juicio podría agradarle que sus reses sean inmovilizadas, sin la posibilidad de vender una sola, y que se llegue a establecer el rifle sanitario como solución última al problema de la presencia del gusano barrenador. No olvidemos que este método sigue utilizándose en Europa del Este para combatir la fiebre aftosa.
Entonces, se requiere de nuevo la coordinación entre productores de carne y autoridades. A mediados de la década de 1980 y principios de las de 1990, era posible encontrar sobre las carreteras, con regularidad, llamados a los ganaderos para que evitaran transportar “animales con gusaneras”. Esperamos que en esta ocasión sea innecesario repetir esta campaña y, en cambio, exista responsabilidad compartida para mantener el estatus sanitario que permita continuar con la exportación regular de carne de res. Finalmente, la economía del país saldría beneficiada, por lo menos, en la misma proporción que el sector pecuario.
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Edición: Estefanía Cardeña