Opinión
Óscar Muñoz
20/05/2025 | Mérida, Yucatán
Si bien el arte es una forma de expresión de emociones, sentimientos y percepciones ante el mundo y la vida, también contribuye en el desarrollo integral de los individuos. El arte podría ser considerado hasta como un recurso didáctico, una herramienta educativa que favorece el desarrollo de una diversidad de capacidades y habilidades en los seres humanos. La actividad artística fomenta la creatividad de las personas; además, permite que la capacidad cognitiva sea cada vez más flexible, y también favorece la expresión de las ideas.
El arte ayuda a los niños y adolescentes a desarrollar habilidades y destrezas fundamentales para su vida futura, como pensar de modo crítico o comunicarse de manera efectiva. Como recurso educativo, el arte ofrece a los escolares la posibilidad de explorar sus ideas ante las diversas situaciones que enfrentan. Además, les permite expresar sus emociones de un modo original. Y lo más importante es que favorece que su capacidad cognitiva no sea rígida sino flexible, de tal modo que, en el intento de resolver algún problema, la persona tenga diferentes opciones.
Respecto de la expresión de las ideas, el arte ofrece la posibilidad de que la gente logre expresar sus ideas y sus visiones fuera de los modos ordinarios, es decir, de manera alternativa y mucho más poderosa. Esta circunstancia del arte conduciría a los estudiantes a conectarse con las formas culturales propias de su contexto social y participar en un diálogo intercultural, lo que les permitiría reconocer los valores humanos en la diversidad de expresiones estéticas. Entonces, si el arte es cultural, también es educativo.
Por otro lado, el arte está centrado en la experiencia personal. Esta situación permite que los escolares aprendan a través de la práctica y la experimentación. Hacer un dibujo o una pintura, incluso una escultura con plastilina, no deja de ser una labor creativa y personal, aunque cada dibujo o pintura o escultura será diferente en cada escolar a pesar de que representen el mismo objeto o hecho. Lo mismo sucede en la educación: cada alumno aprende de modo singular, sin importar que se trate del mismo contenido educativo, y el arte favorece que sea así, de manera individual. Sin embargo, aunque parezca paradójico, también puede ser una herramienta de colaboración al permitir que los estudiantes trabajen juntos en proyectos artísticos y aprendan unos de otros.
Cuando el arte ayuda a los escolares a que desarrollen habilidades de análisis, facilita que ellos cuestionen el mundo que les rodea y que imaginen una vida más agradable para ellos y los demás. Al mirar un cuadro o una escultura, ver una película o leer un cuento, los niños y los adolescentes podrán conocer algunos aspectos de la vida y lograrían cuestionarlos sin problema alguno. Enseguida, si así lo quisieran, conseguirían proponer soluciones o mundos alternativos. Entonces entrarían en al plano de la creatividad, y ahí mismo podrían expresarse artísticamente. Y, por si fuera poco, el arte puede ayudar a las personas a sentirse más seguras de sí mismas y apreciar sus propias habilidades, es decir, favorecería la autoestima.
Por lo anterior, será imprescindible que el sistema educativo, federal y estatal, impulse realmente la educación artística. El arte en la educación va más allá de la expresión creativa: fomenta la flexibilidad cognitiva, favorece el pensamiento artístico e impulsa el desarrollo de habilidades importantes para la vida. Así, al integrar el arte en la educación, será posible fomentar la creatividad y la imaginación, que son fundamentales para lograr un desarrollo integral del individuo y enfrentar los retos del mundo contemporáneo.
Edición: Ana Ordaz