Opinión
Margarita Robleda Moguel
25/05/2025 | Mérida, Yucatán
Los tiempos convulsos que nos ha tocado transitar, nos dicen que urge participar. ¿Cómo? Cada quien tiene que encontrar su manera. Por lo pronto, yo pepeno información que me sirve y pienso que le puede ayudar a alguien más y las subo a mi muro del Facebook; hoy caí en cuenta de que las preguntas y propuestas las verán unos pocos, que llegarán a muchos más si las comparto en mi columna semanal de La Jornada Maya y aquí les van.
Como la de un meme que, frente a estos calores sofocantes con sus consecuentes cortes eléctricos, nos dice: “Tarea para todo el mundo: Cuando pase este calor y empiecen las lluvias, PLANTE por lo menos 2 árboles. ¡Hágalo viral!”
O Marcelo Yagura, quien, en un video con imágenes impactantes se dirige a Natael Cano, un cantante al que siguen los jóvenes y le pide que tenga cuidado con lo que canta porque el cerebro está a la escucha y lo hace suyo. Si habla de drogas, que cuente también de sus efectos, de cómo éstas te comen la vida y te transforman en guiñapos que circulan por las callejuelas del mundo; le pide que mejor le cante al amor para evitar la violencia a las mujeres y de su compromiso con México.
No podemos quedarnos callados ante
el genocidio inmisericorde que se comente en Gaza en contra de los palestinos. Hay hambruna y no permiten que llegue ayuda humanitaria. ¿Hasta cuándo? Alimenta mi esperanza ver imágenes de los jóvenes de la Universidad de Geneva en Suiza, clamando por la paz, o, como en otro video con más de 100 mil antigenocidio, pro-Palestina Unidas en la Haya, Holanda, el 18 de mayo de este año, todos vestidos de rojo. ¡Ayyyyyyy!
William Martin, en su libro Consejos antiguos para padres modernos nos dice: "No le pidas a tus hijos que luchen por tener vidas extraordinarias. Tal esfuerzo puede parecer admirable, pero es el camino de la locura. Ayúdales, en cambio, a encontrar el asombro y la maravilla de una vida ordinaria. Muéstrales la alegría de saborear tomates, manzanas y peras. Muéstrales cómo llorar cuando las mascotas y la gente mueren. Muéstrales el placer infinito de tocar una mano. Y haz que lo ordinario cobre vida para ellos. Lo extraordinario se hará cargo de sí mismo."
En estos momentos de conflictos magisteriales, la página “Jesuitas y Teología”, nos dice: “Maestros, no permitan que los padres los vean como empleados a su servicio. Son aliados en la educación de sus hijos, no sus subordinados. El respeto empieza por dejar claros los roles”.
WVCMF comparte esta reflexión: “
Tu hijo no crece solo: lo está criando un algoritmo. Muchos padres dicen que no tienen tiempo para educar, pero sus hijos pasan horas en TikTok, Instagram o YouTube, sin filtros, sin guía, sin freno. Y mientras la escuela intenta enseñarles a leer, pensar y convivir, las redes los educan en la inmediatez, la apariencia y el ruido. ¿Quién crees que ganará? Si no estas presente, otro lo estará. Y no será el maestro. Será un influencer que no conoce a tu hijo, pero sí como atraparlo. Educar hoy no es solo mandar al niño al colegio. Es preguntarte: ¿Quién está formando su mente mientras tú estás ocupado? ¿La solución? Menos pantalla, más presencia. Menos likes, más conversaciones. Tu voz, tu mirada, tu tiempo… sigue siendo el mejor filtro para educar.”
Neuroaprendizaje Infantil, nos comparte un video con el título: “Dinamarca saca los smartphones de las escuelas.” El celular se permite hasta los 13 años. “Traigamos de nuevo a los niños a su infancia y a el contacto con la naturaleza”.
El Centro de Psicoterapia Funcional nos dice: “Cuando un vínculo no es recíproco, es decir, cuando solo una persona pone esfuerzo y energía mientras la otra no, la relación se vuelve desequilibrada y puede generar resentimiento, frustración y agotamiento emocional. La reciprocidad es esencial porque garantiza que ambas partes sientan que sus necesidades, emociones y esfuerzos son valorados y correspondidos, lo que fortalece la relación y fomenta un sentido de equidad y respeto mutuo”.
Bill Gates advierte: “En diez años la inteligencia artificial hará innecesarios a los humanos”.
Despertar y preguntarnos propicia nuestra esperanza.
Edición: Fernando Sierra