Opinión
José Díaz Cervera
10/06/2025 | Mérida, Yucatán
Nepotismo, despilfarro, colusión con las diversas facetas de los poderes fácticos y muchos otros vicios, hicieron del poder judicial una entidad disfuncional a la que había que hacer una cirugía mayor, por lo que las elecciones del primer domingo del mes en curso no fueron sino la consecuencia de la crisis generada por toda la acumulación de lo anteriormente referido. Había que amputar la gangrena aun cuando las condiciones para ello no eran óptimas.
Como quiera, el proceso apenas comienza pues la elección de jueces y magistrados, por sí sola, no garantiza la sanidad del poder judicial y, paralelamente, se ha puesto en marcha la construcción de un nuevo ciudadano cuya vocación fundamental es aprender a ponerse por encima de los partidos políticos (algo que a éstos tal vez no les haga ninguna gracia), adquiriendo la autonomía política y ética que le permita a ese ciudadano en proyecto no solamente aprender a estar informado en un tiempo donde esto es una posibilidad decisivamente factible, sino también pensar sistemáticamente en torno a su realidad y sus circunstancias específicas.
Quienes se oponen a la 4T se equivocan al afirmar que la baja participación en la jornada del 1° de junio fue un rechazo al régimen y que ello implica la debilidad del mismo (¿ya se les olvidó la paliza que recibieron hace un año?). Si el diagnóstico está simplemente equivocado, no pasará de ser un error de cálculo; pero si ese dictamen está —como parece— amañado, entonces sucederá algo que verdaderamente pondrá nuestra incipiente democracia al borde del precipicio: la oposición desaparecerá totalmente.
Y es que la oposición no ha sabido enfrentar inteligentemente al régimen y su estrategia se ha reducido al engaño y a la contradicción sistemática como única respuesta a cualquier planteamiento del gobierno. Asimismo, el PAN y el PRI se han ido quedando sin líderes, y sus cabezas visibles no tienen, en algunos casos, buena reputación (Alito, Anaya o Javier Lozano son solamente algunos ejemplos), en otros prevalece la bajeza como actitud consuetudinaria (la burla de Lilly Téllez a la Senadora Lillia Aguilar por su parálisis facial es una infamia) y en algunos más la estupidez y el cinismo (Marko Cortés confesó públicamente cómo se repartirían el botín el PRI y el PAN al ganar la elección de Coahuila).
La única (aunque lejana) posibilidad que el PRIAN tiene de recuperarse políticamente es la renovación de sus dirigentes y de sus liderazgos, lo que parece casi imposible dado el juego de intereses en que están involucrados sus actuales cuadros de mando. Paradójicamente, la debilidad de la oposición es el factor más peligroso de este proceso de renovación del Poder Judicial pues al no tener capacidad para proponer contrapesos, toda la elección quedó en manos de la 4T, de tal forma que no solamente no hubo justa electoral en sentido estricto, sino que tampoco el votante pudo reconocer entre alternativas probables. (Muchas de las críticas que hoy se hacen a algunos ganadores de la justa electoral parecen razonables, pero la oposición no hizo su trabajo, quizá porque, en el fondo, no sabe hacerlo; la oposición ha vivido los últimos 20 años de mentir y manipular a un ciudadano que cada vez está mejor informado y es menos manipulable; si ellos hubieran denunciado con anticipación a algunos de los que ganaron el derecho a ser parte del Poder Judicial, a todos nos hubiera ido mejor; pero la oposición decidió que era mejor llamar a la abstención y allí no sólo contaminó el proceso, sino que también ancló su inminente desaparición).
En este orden de ideas, habrá que hacer una acotación importante cuyo destinatario es el propio régimen, pues está en ciernes un nuevo ciudadano cuyos perfiles se irán pareciendo cada vez menos a los del votante tradicional. El votante de las redes sociales y la cibercultura es una tipología política en construcción y en efervescencia constante, al que los partidos políticos deben respetar, sobre todo ahora que hay una sociedad civil que ya no se diluye en el “caceroleo” o en la protesta ruidosa de personas con un enorme índice de desinformación, como sucedió con el puñado de manifestantes que acudieron al Monumento a la Revolución en días pasados, muchos de los cuales gritaban denunciando el asesinato de la democracia, renunciando, paradójicamente, a participar en una jornada electoral.
Y es que, si el régimen quisiera implantar una dictadura, lo hubiera hecho sin tanto circo, maroma y teatro, algo que hubiera sido más barato y más eficaz. Sin propuestas, la oposición decidió perder “por defecto” (en lenguaje futbolero: “por default).
Lo cierto es que, más allá de la 4T, hay una sociedad medianamente organizada y con un buen grado de autonomía política, algo que (aunque a algunos les produzca urticaria) le debemos (en mayor o menor parte, la Historia lo determinará) a López Obrador.
Edición: Fernando Sierra