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La historia de la niñez y la infancia es bastante reciente. Cuando se publicó el libro de Philipe Ariès El niño y la vida familiar en el Antiguo Régimen en 1960 se abrió la puerta para conocer quiénes han sido los niños y recientemente las niñas y adolescentes a través del tiempo. Invisibilizados detrás del maltrato, la crianza, la servidumbre, manuales de educación y buenas costumbres van apareciendo en los archivos históricos. Esto es reflejo de cómo se les ha tratado en diferentes contextos y qué se ha pensado sobre esta parte del ciclo de vida de nuestra especie. La historiografía devela una categoría de infancia socialmente construida, con intereses históricos y políticos. En ocasiones, su caracterización se acerca más a una idealización de la familia como una unidad biológica, con un modelo nuclear y de autoridad masculina. En otras, se trata de una categoría más diversa, reconociendo un universo de relaciones y contextos socioculturales, donde cada quién puede tener su propio sentido y especificidad. 

En esta ocasión, trataré de explicar por qué es importante comprender a la niñez desde su diversidad y que implicaciones tiene para la protección de sus derechos y participación en grupos de trabajo interinstitucionales como los Grupos Estatales para la Prevención del Embarazo en Adolescentes (GEPEA) que generan acciones para la prevención del embarazo adolescente y la erradicación del embarazo en niñas. Para comenzar, se debe comprender que la niñez se vive de manera diferente en diversos grupos sociales y esto está influenciado por factores culturales, de clase y de género. Además, la escolarización afecta la percepción de las etapas de la vida, extendiendo o limitando la infancia y la adolescencia (Colángelo, 2005). Diversos trabajos antropológicos han revelado como los grupos sociales no occidentales tienen formas distintas de comprender los ciclos de vida y muestran una interacción entre prácticas culturales y condiciones socioeconómicas. Un dato que refuerza el argumento anterior es que 88 por ciento de los niños y niñas indígenas sufren de algún tipo de privación (CEPAL/UNICEF, 2012).

Entonces, diseñar desde el contexto se hace preciso. Aunado a esto, la Convención de los derechos del niño de (ONU, 1989) establece la obligación del Estado de escuchar y respetar su opinión, la libertad de expresión, de pensamiento, conciencia y religión, incluso a la libertad de asociación y de reuniones pacíficas. Que mejor momento de hacerlo que cuando se planean políticas para ellas y ellos.  Cabe preguntarse: ¿Existe la niñez estándar?, ¿Para qué niña o adolescente están pensadas las políticas?, ¿Las necesidades y realidades de qué niñez no se tienen en cuenta?

En México, desde el 2015 se estableció la Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo en Adolescentes (ENAPEA) con la meta de reducir los embarazos de jóvenes de 15 a 19 años y terminar por fin con el embarazo forzado de niñas menores de 14 años. Tiene objetivos, líneas de acción que cada entidad debe revisar para generar estrategias a partir de un ejercicio colaborativo interinstitucional denominado GEPEA. Estos espacios, que incluyen al gobierno y a la academia, debieran incluir en su conformación a jóvenes de diferentes ámbitos, pertenecientes a colectivos o incluso de las propias instituciones educativas que ahí participan. Son espacios donde se discuten las estrategias y se distribuyen las responsabilidades que bien podrían, de acuerdo con su desarrollo psicosocial, tomar personas jóvenes de Yucatán. 

Desafortunadamente, hasta ahora, en México la educación sexual se mantiene con un enfoque adultocentrista a pesar de las estrategias y grupos de trabajo interinstitucional, permea la religión e ideología conservadora de profesorado y no siempre se observa el enfoque de derechos humanos e interculturalidad. Algunos de los nudos problemáticos que podrían incluirse son que las necesidades de cuidado son distintas en las zonas urbanas y rurales, que para la niñez yucateca la defensa de su territorio los pone en riesgo y trastoca su derecho a un medio ambiente sano. Asimismo, se mantiene una alta incidencia de embarazos adolescentes y matrimonio infantil a pesar de estar prohibido en las leyes. En suma, si se mantienen las políticas dirigidas a la niñez-adolescencia en general que, sin duda, ocultarán sesgos y exclusiones bajo una presunta neutralidad. 

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Edición: Fernando Sierra


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