Opinión
Felipe Escalante Tió
26/06/2025 | Mérida, Yucatán
En esta ocasión, en vez de abordar una noticia, esta columna extiende una disculpa por la equivocación cometida la semana pasada, dado que su autor confundió al escritor de teatro regional José Dolores Duarte, apodado El Chato, con el periodista y poeta Carlos Duarte Moreno; una equivocación atribuible a la falta de la referencia concreta al momento de escribir. Valga entonces el epígrafe de la publicación comentada, Gladios, que por encima de su cabeza indicaba “No somos hechos de cristal. Como hombres tenemos nuestros errores pero los reconocemos y procuramos enmendarlos”.
Y el error cometido únicamente en lo referente al escritor, más no al contenido de lo escrito por Duarte Moreno en cuanto a los reclamos que se publicaron en Gladios en el año de 1925, sobre cómo algunos de quienes trabajaron en el gobierno de Carrillo Puerto permanecieron en sus cargos en la administración golpista de Juan Ricárdez Broca e incluso fueron ascendidos una vez derrotada la rebelión delahuertista.
Ahora bien, los reclamos de Carlos Duarte Moreno resultaron coherentes con su trayectoria: él había desempeñado cargos tanto en el gobierno de Salvador Alvarado como en el de Carrillo Puerto. Habiendo nacido en 1900, según registra el Diccionario de Escritores de Yucatán, perteneció a una generación cuya primera militancia política fue el Partido Socialista del Sureste, el cual lo postuló como candidato a diputado local en 1923. Fue incluso presidente de la Liga de Periodistas del Sureste de México.
Duarte Moreno es otro de esos personajes de los que se necesita entender su vida para comprender la primera mitad del siglo XX. Su vida debió ser difícil, como hijo ilegítimo del también periodista, literato y político Delio Moreno Cantón. Existen versiones de que este último, como director del Registro Civil, evitó que el bebé fuera registrado; ¡qué belleza de familia!
Pero, más allá de la época, o de los escritos combativos, Carlos Duarte Moreno dejó un legado sumamente importante, y hasta cariñoso para Yucatán. Se trata de sus poemas, que luego fueron musicalizados. Entre sus creaciones se encuentran Boca loca, Granito de sal, Manos de armiño y Aires del Mayab; todas ellas figuran en una hipotética lista de canciones más representativas de la trova yucateca, y la última, particularmente, es ya un momento estelar en cualquier presentación de la Orquesta Típica Yukalpetén.
Estamos entonces ante un individuo que durante toda su vida recurrió a varias formas para expresar las ideas de su época; ya fuera en el periodismo “de combate” o el de “género chico”, pero también con una columna en el Diario del Sureste, como novelista y dramaturgo, pero también como compositor que cotidianamente intercambiaba trabajos con Guty Cárdenas, Pepe Domínguez o Ricardo Palmerín. Ya se han escrito semblanzas sobre él, pero nos falta una historia intelectual; es decir, que recupere sus trabajos periodísticos, su participación política y por supuesto, su vertiente lírica.
Los seres humanos, a fin de cuentas, no podemos quedarnos en una sola categoría cuando se trata de nuestras actividades. Duarte Moreno era conocido por su carácter fuerte, que contrastaba con sus poemas; pero igualmente somos complejos en todas nuestras facetas. Y si las noticias de otro tiempo lo permiten, podremos seguir abriendo puertas a otras épocas de la península de Yucatán a través de sus periódicos.
Edición: Estefanía Cardeña