Opinión
La Jornada Maya
01/08/2025 | Mérida, Yucatán
En medio de un panorama político enrarecido —con divisiones internas en prácticamente todos los partidos y una competencia electoral cada vez más anticipada y encarnizada—, las últimas 24 horas nos regalaron algo poco habitual: una seguidilla de buenas noticias económicas que, por su ritmo y profundidad, merecen celebrarse y analizarse con atención.
El primer dato llegó con el Producto Interno Bruto (PIB) del segundo trimestre de 2025, que superó las expectativas de analistas locales e internacionales. En un contexto global de bajo crecimiento y persistentes presiones inflacionarias, que México haya mostrado un desempeño económico superior al previsto habla de una resiliencia que no es casual: es reflejo de una economía interna más sólida, de una recuperación sostenida del consumo y, en parte, de políticas fiscales que han buscado balancear estabilidad y dinamismo.
A esto se sumó una noticia de carácter internacional, con impacto directo en la competitividad mexicana. Luego de una llamada telefónica con el expresidente estadounidense Donald Trump, la virtual presidenta electa Claudia Sheinbaum logró extender por 90 días el periodo de gracia del nuevo acuerdo comercial bilateral, lo que significa el diferimiento de nuevos aranceles para exportaciones mexicanas. Mientras países europeos y asiáticos enfrentan ya tasas más elevadas y tensiones crecientes con Estados Unidos, México consigue una ventana de tiempo clave para ajustar y negociar desde una posición de estabilidad. Este gesto no solo confirma la relevancia geoeconómica del país, sino que también anticipa una diplomacia económica firme pero pragmática en el próximo sexenio. En el lenguaje de los mercados: confianza.
La tercera buena nueva llegó con la publicación de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2024, que aunque no es un instrumento diseñado para medir directamente la pobreza ni la desigualdad, sí ofrece señales contundentes en ese sentido. Según análisis de estos resultados, los datos de la ENIGH confirmarían lo que antes eran proyecciones: más de 10 millones de personas salieron de la pobreza en los últimos años. La explicación no es única, pero sí consistente: aumentos reales del salario mínimo, programas sociales focalizados, y una recuperación del empleo tras la pandemia, entre otros factores. Además, el ingreso promedio trimestral de los hogares creció de manera significativa entre 2022 y 2024. Lo que se proyecta, en suma, es una mejora tangible en las condiciones de vida, especialmente en los deciles más bajos. Menor pobreza, menor desigualdad: brotes verdes, dirían los economistas.
Por último, el Servicio de Administración Tributaria (SAT) reportó una mejora en la recaudación fiscal durante el primer semestre del año. No se trata solo de más recursos para el Estado mexicano, sino de un signo de mayor formalidad, eficiencia institucional y cumplimiento. Más ingresos públicos implican mayor capacidad de inversión, mejores servicios y un margen de maniobra más amplio para el gobierno federal y los gobiernos locales.
Ninguno de estos datos elimina los desafíos estructurales del país: la inseguridad, la fragmentación política, los rezagos sociales persistentes. Pero sí colocan un piso sólido desde donde continuar avanzando. Lo urgente, en este momento, es no desperdiciar esta buena racha. Aprovecharla para construir consensos, canalizar inversiones, elevar la calidad del debate público y, sobre todo, seguir mejorando la vida de millones de mexicanas y mexicanos.
Las próximas 24 horas probablemente volverán a estar cargadas de polémicas políticas y enfrentamientos mediáticos. Pero por un día, México pudo darse el lujo de tener 24 horas de buenas noticias económicas. Eso, en el clima global actual, ya es mucho decir.
Edición: Ana Ordaz