El cambio climático es una amenaza para toda forma de vida en el planeta. Entre más gases con efecto invernadero descargamos en la atmósfera, más calentamiento se produce, y entre más calentamiento atmosférico, mayor es la posibilidad de cruzar puntos de inflexión de sistemas climáticos y biológicos del planeta.
La quema de fuentes fósiles, causa principal del calentamiento planetario, solo estaría justificada si con esa energía se construyera la infraestructura necesaria para adaptación y mitigación del cambio climático. Esa construcción de capacidad energética renovable, a manos de colectivas nacionales, contempla la expansión de transporte público ecológico, y, sobre todo, la infraestructura de la que carecen los países que siguen sufriendo el colonialismo y militarismo, y que son los más dañados por la crisis climática.
Sin embargo, esa energía fósil está siendo quemada para hacer crecer todos los sectores económicos que contribuyen al P.I.B., de manera exponencial e infinita, incluidos la moda rápida, la producción de plástico, la aviación, en un mundo con recursos limitados. Y lo que es más agraviante, esas decisiones las está tomando el sector social minoritario que integra el gran capital. Dicho de otra manera, somos rehenes del sistema económico.
Uno de los sectores que más contamina, es el complejo industrial militar estadunidense, cuyo impacto ambiental es enorme.
Con más de 190 intervenciones militares de los Estados Unidos, cometidas desde 1945 a la fecha, las bases militares en todo el mundo, actualmente 750-800 en 80 países, aumentaron el gasto militar al 40 por ciento del gasto global, que ascendió a 877 mil millones de dólares en 2022. La maquinaria militar estadounidense es el mayor consumidor institucional de hidrocarburos del mundo, con más emisiones que países industrializados como Portugal y Dinamarca.
El gasto militar mundial ha aumentado 26 por ciento en la última década. Con la guerra de Ucrania, los Estados Unidos han presionado a los otros miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), a que aumenten el gasto militar al 2 por ciento del PIB de cada país.
La única beneficiaria de esta inversión, es la industria de armamentos de los países productores de armas, que harán un gran negocio. El principal favorecido sería Estados Unidos, seguido de Francia, Alemania, Italia, Reino Unido y España. No solo eso, cumplir con esa meta propiciaría una escalada armamentista, ya que ni Rusia ni China se quedarían atrás, y además se estimularía la exportación de armamento para las múltiples guerras que actualmente existen a nivel mundial.
La destrucción por la guerra y la reconstrucción después de una guerra, es un gasto de energía brutal que contribuye de manera muy importante en el calentamiento del planeta.
En lugar de esa inversión en armamento y guerras, es mucho más razonable dedicar esa suma a la mitigación del cambio climático. La transición energética mundial necesita una enorme cantidad de recursos y los requiere de manera urgente. Los países ricos, productores de combustibles fósiles y los países guerreros, son sin duda los mayores responsables de la emisión histórica del CO2. Si consideramos contaminación por consumo per cápita, e históricas, EUA ha generado 40 por ciento de las emisiones de gases contaminantes, y el norte global (o el núcleo económico) ha generado 92 por ciento de las emisiones totales excedentes.
En contraste, 98 por ciento de las muertes generadas por la crisis ambiental ocurren en nuestros países, en la periferia económica. Aunque esto ha quedado claro en las Conferencias de las Partes (COP), después de 29 años los países ricos y responsables del cambio climático se siguen negando a pagar por lo que han contaminado, lo que sería no solo justo, sino necesario para operar la transformación energética a nivel global. Incluso no todos han abonado lo que se comprometieron en los acuerdos de las COP. En vez de pagar la transición energética, estos países siguen haciendo negocios con las guerras. Mientras existan países, corporaciones y personas que buscan hacerse ricos a expensas de otros países, inclusive de la destrucción de Gaza, será imposible mitigar el cambio climático.
*Dr. Wilhelm Hansberg
Investigador Titular C, Instituto de Fisiología Celular, UNAM
Miembro de Rebelión Científica, capítulo México
FB: Ornela De Gasperin Quintero
@orneladg.bsky.social
Edición: Fernando Sierra