Opinión
Leobardo Cox
12/08/2025 | Mérida, Yucatán
Durante los primeros días del mes de agosto la gente de Cenotillo, un pueblo ubicado al oriente de Yucatán, se organiza para celebrar a santa Clara de Asís, la patrona del lugar. Este municipio es conocido por presentar un alto grado de migración a los EU Sin embargo, esto no ha afectado de manera negativa sus tradiciones, por el contrario, han sido nutridas por muchas de las personas que viven en el extranjero y que regresan cada año motivados por la fiesta tradicional.

El Gremio de Agricultores de los Hermanos Rodríguez es una de las organizaciones tradicionales más importantes de Cenotillo y es la que tiene la responsabilidad de iniciar de manera formal con los festejos organizando una vaquería con apoyo del ayuntamiento en turno. Este gremio tiene poco más de 85 años de fundación y desde sus orígenes se ha encargado de organizar la danza del kotskaal tso’ para rendir homenaje a santa Clara. Los preparativos para la danza inician el 07 de agosto a medio día cuando el Gremio realiza el llamado “Convite de los pavos” que consiste en un recorrido al ritmo de la charanga jaranera por las calles del pueblo en el que los socios, familia, amigos y visitantes recolectan los pavos que han sido donados por familias de la comunidad. Los guajolotes recaudados servirán para la danza ritual que se llevará a cabo por la noche. Después de ser ofrendados de manera pública, serán llevados a casa del responsable en turno y se elaborarán los alimentos que se compartirán el día 08 de agosto a medio día.
En punto de las 10 de la noche del 07 de agosto se reúnen los danzantes simpatizantes del Gremio de Agricultores en el parque principal de Cenotillo donde se llevará a cabo la vaquería. Los hombres acuden ataviados con unos trajes de manta que emulan la indumentaria de los mayas antiguos, una reinterpretación moderna que incluye el uso de materiales brillantes para dibujar pirámides, animales o plantas de la región. Además, llevan una corona de papel laminado decorado con plumas de guajolote. Por su parte, las mujeres o “madrinas” llevan un hipil de gala o un terno. Los danzantes esperan su turno para bailar, pues antes de ellos se bailan unas jaranas y se ejecuta la danza de cabeza de cochino y los ramilletes. El maestro de ceremonias indica cuándo es el momento para que los bailadores se acerquen y se preparen.
El etnomusicólogo Max Jardow-Pedersen menciona la existencia de la danza únicamente en dos pueblos durante la segunda mitad del siglo XX. Muy probablemente se refiera a Dzitás y Cenotillo.
La danza del pavo o kotskaal tso’ se baila en Dzitás, al menos, desde finales del siglo XIX y en Cenotillo desde principios del siglo XX, de acuerdo con la memoria colectiva. Kotskaal tso’ significa “retorcer el cuello del pavo” porque originalmente se sacrificaba al ave enrollando su cuello durante la danza. Esto ha cambiado y en la actualidad se baila con los pavos ya muertos. La costumbre de ofrendar aves con acompañamiento musical fue muy común en el pasado y aún en pueblos como Chumayel, Tizimín o Santa Elena existen diferentes danzas en las que los pavos son protagonistas.

La danza de Cenotillo consiste en presentar de manera pública una docena de pavos en agradecimiento a la santa patrona. Las aves son sacrificadas antes de iniciar la danza para evitarles el sufrimiento. Bailar con ellas es una forma de sacralizarlas y honrarlas pues dieron su vida para que los alimentos tradicionales puedan elaborarse. Los pavos son llevados en hombros por los varones mientras que las mujeres los despluman al ritmo de la música. La ejecución de la danza es muy sencilla: las parejas de danzantes que llevan guajolotes forman un círculo que avanza nueve veces a la derecha y nueve veces a la izquierda, los pasos son sencillos y consisten en pequeños saltos y guachapeos que remedan la forma en que caminan los guajolotes. Delante de ellos van bailando unas niñas previamente seleccionadas que visten unas batas de manta decoradas con dibujos de plantas de maíz y llevan en la cabeza un tocado de plumas de pavo. Estas jóvenes imitan el vuelo del búho pues el argumento de la danza consiste en que dicha ave despluma a los pavos.
Con esta danza ritual se da por terminada la ofrenda del Gremio de Agricultores y los pavos son llevados a la casa donde se cocinarán. La fiesta continúa y la orquesta jaranera sigue tocando.
La melodía que se utiliza para la danza es el son del Tunkuruchú Hú, un sonecito en ritmo de sesquiáltera o 6/8 de compás. Es muy corto y se repite durante varios minutos. Tuunkuruchuu es el nombre maya para referirse al búho cornudo (Bubo virginianus) y ju’, es la onomatopeya de su ulular. Este son fue registrado entre 1940 y 1950 por Jerónimo Baqueiro Fóster y, a decir de este autor, era parte del repertorio musical de las vaquerías de mediados del siglo XIX. Existen algunas versiones cantadas como la que proporciona el célebre Ermilo Abreu Gómez: “tunkuruchú, tunkuruchú, mi amor. No te cases niña con el loco Flores porque a los nueve meses comes frijoles”.
Existe otra versión de dominio público: “tunkuruchú, tunkuruchú, tunkuruchú de amor, ven a bailar, ven a cantar este alegre son”, en ambas versiones se complementa la canción con el ulular del ave: ju’,ju’,ju’,ju’,ju’.
La danza del kotskaal tso’ es parte importante del patrimonio dancístico de Yucatán y se considera un símbolo de la identidad de los pueblos mayas que ha sobrevivido a los diversos intentos de prohibición de las autoridades civiles y religiosas por considerarla como pagana y cruel. Sin embargo, los mayas han sabido adaptarse a los tiempos actuales para transmitir esta herencia a los más jóvenes. Con estos intentos de prohibición nos topamos con una contradicción esencial de la ecología moderna: se acusa de maltrato animal a personas que ofrecen una docena de aves domésticas para un ritual sagrado, pero se aplaude la destrucción de cientos de hectáreas de selva que causan la muerte de muchas especies animales -la mayoría en situación vulnerable- por el bien del “progreso”.
Agradezco infinitamente a Enrique Rodríguez, actual presidente del Gremio de Agricultores y a la familia de don Pedro Pablo Yam y Judith Dzib Cámara por recibirme cariñosamente en Cenotillo. Del mismo modo reconozco el interés del alcalde Ángel Cardoz Fernández por mantener vivas las tradiciones de este gran municipio.
Edición: Ana Ordaz