de

del

¡México…!

Cada letra encierra un rostro diferente de la patria
Foto: Fernando Eloy

Cierro mis ojos para trazar la ruta.

La “M” es una mariposa que se escapó del sueño; la “e” suspira en nuestros labios y revienta hacia los cuatro puntos cardinales; la “x” es un cruce de caminos…

Mi patria está hecha de luz y por eso a veces nos deslumbra, para enseñarnos que hay que mirarla con cuidado. Por eso cierro los ojos pero no dejo de abrir mi corazón, ni dejo de abrir mi voz delgada, impropia… inoperante: cierro los ojos para trazar la ruta y abro mis manos para darme cuenta que estoy hecho de luz: de luz sonora, de luz tierna, de las líquidas luces de las frutas.

Entonces estalla en las esdrújulas el nombre siempre novedoso de mi amado país: México está muy cerca del silencio para enseñarnos que la esperanza es una mujer llena de música.

Cierro los ojos y la luz me bautiza, ensayando los nombres posibles de mi aliento; un colibrí confunde mi frente con una buganvilia, la brisa se dibuja en el pecho de un cenzontle, los tordos trazan en los parques las rutas de la tarde y en mi pecho se vino a refugiar un gorrión tembloroso mientras la noche es el ala rosada de un flamenco.

No tengo sino luz y diáfanos perfumes para reproducir los nombres de mi patria: para reproducir su alegría y sus dolores, para embriagarme en el secreto de todos sus secretos.

Abro una ventana, abro un torso desnudo, abro el rocío, abro mi sombra, abro un amanecer en Veracruz, abro una sonrisa en Chilpancingo, abro mi mano para saludar a un amigo en Tuxtla, abro mi nostalgia entre la niebla de Huauchinango, abro el miedo en la desolación del Espinazo del Diablo, abro la bondad de mi prima Otilia en Valladolid, abro mis años y mis huesos, abro mis palabras, abro el arcoíris que sorprendió mi juventud frente al mar de Campeche, abro en canal mi asombro, mi nostalgia en Guanajuato y la embriaguez en Motozintla, abro el lagarto imaginario que apareció en la alberca desolada de un hotel en Chetumal. Abro lo bueno y lo malo de los sueños que sembrara en mí esta esperanza que se llama México, esta tristeza que se llama México, esta algarabía, esta nostalgia, esta incertidumbre, este arduo paraíso de notas y compotas que se llama México.

Abro los latidos de mi corazón y encuentro a México.


Edición: Fernando Sierra


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