Hace más de 100 años, la artista victoriana Adela Breton visitó Mexico con el anhelo de conocimiento que la impulsó a descubrir un pasado lleno de color, captando la poesía del paisaje, el perfil de sus pueblos y las huellas del pasado con una mirada a la curiosidad arqueológica.
Los testimonios pictóricos realizados por Adela Breton tienen una importancia fundamental al documentar y reproducir ciertos aspectos de la realidad que por el paso del tiempo ya no existen. Su obra se compone de 11 cuadernos de acuarelas y dibujos, un álbum fotográfico y una extensa colección de pinturas arqueológicas, junto con notas sobre templos mayas. La mayor parte de su trabajo se conserva actualmente en el Museo de la Ciudad de Bristol en Inglaterra, en donde desde 2014 se han dado a la tarea de digitalizarla.
El trabajo de Breton abarcó lugares en el centro y sur del país; pero fue en Yucatán, principalmente en la zona arqueológica de Chichén Itzá, en donde sus registros de la pintura mural son más significativos dado que son los únicos testimonios que se tienen, ya que los originales en su mayoría ya no existen.
Adela Catherine Breton nació el 31 de diciembre de 1849 en la ciudad de Londres, Inglaterra, en el seno de una familia acomodada; a los pocos meses de su nacimiento, la familia se mudó a la ciudad de Bath, al oeste de Londres. El padre de Adela sirvió a la Marina Real, lo que le permitió hacer extensos recorridos por el lejano Oriente y, dado su gran interés por la arqueología, regresaba a casa con recuerdos de sus viajes que marcarían a Adela para toda su vida, quien heredaría del padre dos pasiones: la arqueología y los viajes.
La cultura que demostró Adela en su edad adulta hace suponer que tuvo una educación esmerada, la cual incluía la enseñanza del arte, perfeccionada en una estancia en Florencia. Por mucho tiempo su vida giró en torno de sus padres en Bath, pero después de que su padre murió en 1887 empezaron sus viajes.
Inicialmente se dirigió a Canadá y Estados Unidos donde pintó paisajes. En 1892 hizo su primera visita a México, para lo que contrató a un guía local llamado Pablo Solorio y con quien recorrió gran parte del centro y sur del país. Fue Alfred Percival Maudslay, arqueólogo inglés, quien le propuso verificar la exactitud de los dibujos realizados por él en Chichén Itzá.
Los viajes de Breton a México fueron recortados por la revolución mexicana en 1910. Por lo que se dedico a dar conferencias y a publicar algunos de sus trabajos. Fue precisamente después de una conferencia dictada en Rio de Janeiro, que enfermó gravemente. El 13 de junio de 1923, a la edad de 73 años, Adela Breton murió en el Hotel Pomeroy en la isla de Barbados, donde fue sepultada en el cementerio Westbury.
Edición: Emilio Gómez
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