Opinión
Rulo Zetaka
30/09/2025 | Mérida, Yucatán
En la Filey 2025 platiqué en algunas ocasiones con Pablo Cicero en la cúpula de La Jornada Maya, además de compartir perspectivas de las entrevistas que se estuvieron realizando en el espacio, hablamos de libros, y con cara de sorpresa describió al nuevo libro de Ricardo Raphael como un texto del que no te puedes separar, y nos contó que se lo devoró en dos días.
Cuando abrí por primera vez las páginas de Fabricación (Seix Barral, 2025) de Ricardo Raphael confirmé lo que Pablo me había descrito: Una noche anterior a salir de viaje y con un sueño que me aplastaba no pude parar, y llegué hasta la página 80 mientras se me cerraban los ojos.
Sin embargo, Fabricación, es un libro que no recomiendo por algunas razones: es un libro que no te suelta, puede quitarte el sueño, describe crímenes inenarrables, habla de una realidad que lacera, nos muestra las entrañas de un país horrible y tiene más de 500 páginas.
El libro presenta, a través de una investigación exhaustiva que cuenta con un centenar de entrevistas y revisa miles de fojas de expedientes legales, los entresijos de un caso paradigmático y mal nombrado en la historia de México, y que será nombrado por única y última vez bajo ese infame nombre en este texto: El caso Wallace.
El 11 de julio del 2005, la familia de Hugo Alberto Wallace lo reportó como secuestrado ante el gobierno mexicano, a pesar de no haber indicios de secuestro. Durante más de un mes, no hubo ningún contacto de la supuesta banda de secuestradores y la madre del presunto, Isabel Miranda de Wallace, se encargó por todas las vías posibles de hacer público el caso de su hijo.
Ricardo Raphael empieza a contarnos la historia de terror que no tiene que ver directamente con una víctima de secuestro, sino con más de una decena de víctimas de tortura, secuestro y la construcción de un caso que no tiene ni pies ni cabeza para sostenerse y aun así, sigue habiendo implicados en prisión, 20 años despues del inventado hecho.
Hay un dicho que le gusta a mi mamá, “ni yendo a bailar a Chalma” y a la supuesta banda de perpetradores les implicaron por una foto en la iglesia referida en el dicho por una fatídica foto. El retrato cotidiano de un grupo de desconocidos que se organizaron por amistades comunes para pasar un día juntos se volvió en una catástrofe: por esa foto se les implicó en el caso.
Con el andar en las páginas observamos cómo Isabel Miranda de Wallace orquestaba cambios y más cambios en el planteamiento de los casos para inculpar a las personas que realmente son víctimas de este caso: Juana Hilda González Lomelí, Brenda Quevedo, los hermanos Alberto y Antonio Castillo Cruz, Jacobo Tagle Doblín y Cesar Freyre, junto con sus familias y personas cercanas que también fueron hostigadas y acosadas para cambiar sus declaraciones.
Cuando crees que ha sido bastante te percatas que lo peor aún está por llegar, con nombres propios y explicaciones minuciosas, el autor reconstruye varias de las torturas que ejecutaron personas tanto funcionarias públicas del Estado mexicano, como perpetradores contratados en compañías de seguridad de origen Israelí. Ahí es donde perdí la fe en la humanidad ¿Por qué alguien haría esto?
Hacia las últimas hojas de lectura inmersiva, el dolor no deja de manar de mis propias entrañas, el descarnado texto nos acerca a un cierre sin punto final. A pesar de todos los esfuerzos, de toda la información, de todo el dolor, de las vidas fracturadas y destruidas, Isabel Miranda se fue de este mundo sin enfrentar la justicia por todos los crímenes que cometió, y las personas a las que ordenó torturar, secuestrar, hostigar y acosar siguen con las secuelas, y en los peores casos, aun con casos abiertos.
No sé si me voy a recuperar de esta lectura, el libro de Ricardo Raphael retrata lo peor de México, y aun así, siento que de a poquito estoy recuperando la fe en la humanidad, o al menos la fe en el periodismo. Trabajos como los de Ricardo Raphael son una tabla de salvación en medio del mar de incertidumbre que habitamos. Fabricación es una lectura que recomiendo, y des recomiendo, al mismo tiempo: léalo bajo su propio riesgo.
@RuloZetaka
Edición: Estefanía Cardeña