Por: Martha Adriana Morales Ortiz, César Daniel González Madruga y Andrew Rhodes
El 31 de julio es una fecha muy especial porque es el día de los guardaparques, que en México son un ejemplo de compromiso y servicio a la nación que debe ser reconocidos y valorados. Su rol en proteger y comunicar la importancia de la riqueza natural los ha convertido en guardianes y extensionistas del bienestar.
Cabe resaltar que México forma parte de un grupo selecto de naciones consideradas mega diversas por poseer una gran diversidad de animales y plantas muchas de estas endémicas; es decir, que solo se encuentran en nuestro país. Producto de lo anterior los mexicanos tenemos la oportunidad y dicha de disfrutar de esta biodiversidad, pero también la responsabilidad de resguardarla.
En el contexto actual, con poca capacidad de respuesta ante la crisis, nos damos cuenta de que muchos de los pasos dados como humanidad han sido erróneos y fallidos, hubo muchos momentos de “quiebre”, en donde la estrategia de recuperación era incrementar irracionalmente el consumo y la producción.
En medio de tantos desequilibrios, desmesuras, enajenaciones, pérdidas de sentido, egoísmo, auto laceraciones en la vida del ser humano y por ende en la misma naturaleza, hay que recordar que “no se puede dar lo que no se tiene, y no se puede recibir lo que no se ha dado”. Es urgente recapacitar y corregir el rumbo lo antes y mejor posible. Por ello la protección de la naturaleza, a través de las Áreas Naturales Protegidas y el fortalecimiento del cuerpo de guardaparques de México, no sólo es un asunto de seguridad nacional; es un asunto de bienestar social.
Esta lección necesita ser tomada con total seriedad, no podemos anhelar en regresar al mundo que antes existía, de hiper consumismo rapaz, devorando todo lo que encontraba a su paso. Tenemos el compromiso de dejar a las futuras generaciones humanas y no humanas un mejor mundo de cómo lo recibimos. Para lograr tal propósito necesitamos volver a nuestras raíces, en la compresión integral y holística de ciclos naturales y en la sabiduría de sus equilibrios sin exceder los límites planetarios. Una escuela, entre muchas, es el “bioalfabetismo”, es decir “leer la naturaleza”, para así saber cómo tratarla, cuidarla y honrarla. Sin embargo, no todo está perdido y por ello reiteramos, si protegemos la biodiversidad, fortalecemos a los guardaparques y nos rencontramos como sociedad con la naturaleza y así podremos regresar a una mejor y renovada realidad.
Los guardaparques son íconos que queremos que se multipliquen en nuestro México, que sean fuente de inspiración para niños y jóvenes, que su labor sea verdaderamente reconocida en la conciencia colectiva de nuestra sociedad. México requiere liderazgo, capacidad, oficio y ambición para hacer frente a los retos globales y locales. No hay tiempo que perder y los guardaparques nos necesitan.
Colibrí, @Witzilin_vuela
El Siervo, @CesarG_Madruga
Edición: Mirna Abreu
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