Puentes de metal

En Yucatán, gran parte del trabajo de conservación de objetos metálicos se realiza in situ, bajo el sol y la humedad del trópico, frente a las piezas mismas, ya sea en estructuras históricas, restos arqueológicos o elementos que aún cumplen su función como parte del paisaje cultural. Se trata de jornadas extenuantes, muchas veces en condiciones adversas, donde cada intervención busca estabilizar los materiales y alargar su vida útil sin alterar su historia.

En octubre de este año, parte de este trabajo realizado por integrantes de la Sección de Conservación y Restauración del Centro INAH Yucatán se presentó en el Congreso MetalEspaña 2025, celebrado en Cádiz. Allí compartimos cuatro ponencias y un póster dedicados al estudio, tratamiento y preservación de metales arqueológicos e históricos en contextos tropicales: desde el análisis de la metalurgia prehispánica hasta la conservación de esculturas al aire libre y la recuperación de estructuras industriales del siglo XX. Fue una oportunidad para mostrar cómo, en el sureste mexicano, enfrentamos retos distintos a los de otras regiones como una humedad relativa constantemente alta, la presencia de aerosoles marinos que llegan desde la costa y el calor que acelera el deterioro de los materiales. Compartir estas experiencias en un foro internacional permitió contrastar métodos, intercambiar resultados y destacar la importancia del trabajo desarrollado en México.

En el país —y particularmente en la región sureste— el trabajo con materiales metálicos se ha fortalecido gracias a la práctica diaria y a la diversidad de contextos en los que intervenimos. Ya sea en zonas arqueológicas, espacios industriales o estructuras históricas, el intercambio entre especialistas ha permitido afinar métodos, evaluar materiales y adaptar soluciones al entorno. No se trata solo de aplicar procedimientos conocidos, sino de ajustarlos a las condiciones reales de trabajo: la humedad, la salinidad, el calor y los suelos característicos de la región. Esta capacidad de observación, adaptación y respuesta técnica ha despertado interés entre colegas de otros países, quienes reconocen que en México se desarrolla una práctica sólida, seria y con resultados relevantes para la disciplina.

El patrimonio metálico del país es tan variado como su historia. Incluye desde objetos de uso ritual o doméstico hasta maquinaria, herramientas y estructuras que reflejan la evolución tecnológica y social de distintas comunidades. Su preservación no solo busca evitar el deterioro, sino también comprender cómo cada pieza formó parte de una historia más amplia: la del trabajo humano, la transformación de los materiales y la manera en que las personas se relacionaron con ellos.

Difundir este conocimiento más allá de las fronteras permite reconocer el valor de la conservación como una tarea que combina rigor técnico, investigación científica y sensibilidad hacia lo material y lo social. Cada proyecto aporta algo nuevo: una mejora en los procesos, una observación sobre el comportamiento de los materiales o una forma más eficiente de mantener estable una superficie corroída sin alterar su integridad. La suma de esas experiencias construye una red de conocimiento que fortalece la disciplina y reafirma el papel de México como un referente en la conservación de bienes metálicos en condiciones ambientales complejas.

Desde el Centro INAH Yucatán, este trabajo representa un esfuerzo constante por proteger y comprender una parte fundamental de nuestra historia material. Cada proyecto refleja la colaboración entre distintas disciplinas y el compromiso por mantener vigente el valor de los objetos y las historias que los acompañan. En ese intercambio continuo —entre la práctica local y el diálogo internacional— se tienden los verdaderos puentes de metal: aquellos que conectan experiencias, saberes y voluntades dedicadas a cuidar lo que el tiempo nos ha dejado.

César Téllez Castro. Sección de Conservación y Restauración Centro INAH Yucatán

Coordinadora editorial de la columna: 

María del Carmen Castillo Cisneros; profesora investigadora en Antropología Social

Edición: Estefanía Cardeña