Los centros de población reflejan distintas etapas de su proceso histórico de transformación. A cada una de ellas corresponden elementos como la traza urbana, la escala horizontal y vertical de las edificaciones y, en general, los espacios arquitectónicos y urbanos, así como las tipologías arquitectónicas con soluciones técnicas, funcionales, formales y espaciales propias de una o varias épocas. El conocimiento de estos valores permite estudiar la identidad del lugar a partir de sus calles, edificios y contextos urbanos, en los que se manifiestan las distintas etapas que han conformado el asentamiento.
Así, desde el ámbito federal existe un marco normativo encaminado a conservar valores urbanos y arquitectónicos que conforman la identidad en los centros de población. La Ley Federal de Monumentos y Zonas de Monumentos Arqueológicos, Artísticos e Históricos vigente desde 1972 establece como tarea sustantiva del INAH conservar, restaurar, recuperar y proteger monumentos históricos y zonas de monumentos históricos registrados en el país, labor a cargo de las Secciones de Monumentos Históricos de los Centros INAH a través de las Juntas Internas de Monumentos Históricos.
En Mérida, el área de protección histórica toma forma con la Zona de Monumentos Históricos establecida desde 1982 con una extensión de 659 manzanas donde coexisten componentes urbanos y arquitectónicos resultantes de los conceptos culturales que los motivaron, así como materiales y sistemas constructivos vigentes en cada etapa. Sin embargo, las edificaciones históricas y los conjuntos urbanos que estas conforman deben integrarse a las actividades contemporáneas. Para ello, en Mérida es fundamental el trabajo que desde 1990 realiza en el INAH la Junta Interna de Monumentos Históricos, un cuerpo colegiado integrado por arquitectos peritos que revisan, valoran y dictaminan los proyectos propuestos para la Zona de Monumentos Históricos, conforme a lo establecido por la Ley Federal de 1972.
Dicha Junta regula las propuestas arquitectónicas con base en un conjunto de lineamientos de conservación, entre los que se encuentran: respetar la siembra histórica en todo proyecto; conservar en las edificaciones las características de las primeras crujías por corresponder a las tipologías originales; no utilizar las azoteas de las primeras crujías como terrazas; limitar el ancho máximo del vano para acceso vehicular a 2.80 metros; establecer una huella constructiva techada no mayor al 60 por ciento de la superficie del predio; conservar vegetación sobre terreno natural en al menos 20 por ciento de la superficie; y dejar una franja mínima de dos metros en el fondo del predio como área verde arbolada. Este último criterio permite conservar uno de los valores fundamentales de las edificaciones históricas de Mérida: el área verde que se genera a partir de la continuidad de los patios de los predios en el “corazón” de la manzana.
Todo lo anterior se entiende considerando que los inmuebles clasificados como monumentos históricos cuentan con regulaciones específicas para su conservación, protección y recuperación, así como para las posibilidades de obra nueva bajo criterios de integración arquitectónica. Por ello, todo proyecto debe supeditarse a las características de la edificación existente, respetando, por ejemplo, la escala y los sistemas constructivos originales, los cuales deben consolidarse y conservarse mediante el uso de materiales compatibles, como los elaborados a base de cal. Desafortunadamente, existen prácticas que afectan negativamente la conservación de las edificaciones históricas, tales como la modificación de dimensiones y alturas, el retiro de aplanados originales y mosaicos de pasta, la eliminación de áreas arboladas en los patios y la exposición de la mampostería al dejar los muros sin acabados, lo cual favorece su deterioro.
En la Zona de Monumentos Históricos confluyen diversos espacios urbanos emblemáticos, como la Plaza Grande, Santa Lucía, Santa Ana, La Mejorada, San Cristóbal, San Juan, San Sebastián, la Ermita de Santa Isabel, Santiago, el Parque de La Paz, el Paseo de Montejo y parte de Itzimná. En conjunto, estos espacios integran distintas épocas históricas, reconocibles por la permanencia de sus valores urbanos y arquitectónicos.
La conservación y protección de este patrimonio dependen tanto de la participación de sus habitantes como del trabajo que, desde hace 35 años, realiza de manera constante la Junta Interna de Monumentos Históricos del Centro INAH Yucatán. Resulta fundamental dar continuidad a esta labor y enfrentar los retos surgidos en décadas recientes, como los procesos de gentrificación, la especulación, los desarrollos inmobiliarios desregulados y la migración poblacional, con el fin de preservar para las futuras generaciones los valores que caracterizan a Mérida en sus distintas etapas de crecimiento, transformación y desarrollo como ciudad histórica.
Coordinadora editorial de la columna:
María del Carmen Castillo Cisneros; profesora investigadora en Antropología Social
Edición: Fernando Sierra