Dentro del diseño arquitectónico de las ciudades prehispánicas a lo largo y ancho del México Antiguo una de las estructuras que casi siempre está presente es el llamado Juego de la Pelota, con formas y tamaños muy variados, pero siempre guardando un simbolismo único, la representación del inframundo en contraposición con la pirámide como representación de los pisos celestes. El Juego de la Pelota es una alegoría del acceso al inframundo y al mismo tiempo el conducto para el nacimiento del Sol todos los días. El juego simboliza la lucha de los contrarios, ésta vinculado con la fertilidad, el sostenimiento del cosmos a través del sacrificio, la vida y la muerte.
En el caso del gran Juego de Pelota de Chichén Itzá, es el de mayor tamaño dentro de las más de mil 500 estructuras encontradas hasta la fecha en el México Antiguo, con 150 metros de largo por 40 de ancho y ocho metros de altura. Está orientado de norte a sur y presenta la forma más típica de estos espacios: en planta un rectángulo central más grande y dos más pequeños en los extremos; en los lados del rectángulo mayor se levantan banquetas y luego un gran muro vertical de ocho metros de altura rematado con tres marcos de forma triangular en donde se ha podido registrar un juego de luz y sombra en los equinoccios de primavera y otoño; en estos grandes muros fueron colocados en su parte central, discos perforados o marcadores que llevan esculpidas en relieve dos serpientes entrelazadas simbolizando las fuerzas ascendentes y descendentes del cosmos, comúnmente se ha pensado y la tradición popular señala que servían para que la pelota pasara a través de ellos, sin embargo, no se ha encontrado evidencia de ello, por lo que su función sería más bien la de separar el espacio en dos fuerzas distintas pero complementarias como se registra en algunos códices. Así mismo en los extremos del juego se construyeron templos al igual que es su costado este el cual se conoce como el Templo de los Jaguares.
Del desarrollo del juego no tenemos mayores evidencias y sobre ello se ha especulado mucho, nos limitaremos a decir que en los relieves de las banquetas se muestra una escena que se repite seis veces, en esta escena se observa a dos grupos de guerreros con un personaje que los encabeza, uno de ellos sostiene la cabeza decapitada del guerrero que encabeza al otro grupo, del cuello de este personaje salen chorros de sangre en forma de seis serpientes. Este elemento presente también en otros espacios similares en el México antiguo señala el papel fundamental en torno al aspecto político y económico de este ritual sagrado y constituye parte importante de la legitimación del poder de los gobernantes.
Edición: Ana Ordaz
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