Eliana Arancibia
A más de cinco meses de declarada la pandemia por COVID-19 en todo el mundo, las pérdidas en vidas humanas suman más de 911 mil y los contagiados rebasan los 28 millones. Sus consecuencias devastadoras en la salud, economía, empleo, sistemas de alimentación, educación, seguridad, entre otros ámbitos, obligan a pensar en el fenómeno como un desastre global que está provocando una severa crisis humanitaria en muchos países, incluyendo México, que hacia finales de agosto aparece como el séptimo país con mayor número de contagios acumulados.
Entender la pandemia como un desastre, implica reconocer que se está frente a un fenómeno que altera gravemente el funcionamiento de la sociedad, excediendo su capacidad de responder con sus propios recursos. En contextos donde hay mayores condiciones de vulnerabilidad y capacidades débiles para atender con suficiencia las alteraciones, se exacerban los efectos perniciosos, reflejados en la pérdida de vidas humanas y la precarización de las condiciones sociales, económicas y de ejercicio de derechos de las personas.
Ante ese panorama, distintas voces han llamado la atención sobre un concepto cuya praxis parece ser crucial para afrontar la pandemia: la llamada “gobernanza”, la cual alude a la interrelación de actores gubernamentales y no gubernamentales que se organizan bajo ciertas normas, prácticas y acuerdos, para actuar coordinadamente frente a un problema.
Cuando el problema se trata de un desastre global como la pandemia por COVID-19, la gobernanza operaría a modo de redes de actores coordinados entre sí y con capacidad de decisión para actuar antes, durante y después de la pandemia, en distintos campos problemáticos y conforme a una lógica que debiera integrar los niveles nacionales, regionales y locales. Una “buena” gobernanza implicaría que esas redes de actores propician alianzas sociales capaces de realizar acciones puntuales, movilizar recursos y crear soluciones efectivas, e incluso, diseñar o poner en práctica políticas públicas en beneficio de los diversos grupos y comunidades afectadas.
Lo que se observa en la realidad, parece estar muy lejos de lo descrito en términos ideales. Particularmente en México, pese al acuerdo que el 31 de marzo suscribieron con el gobierno federal los 31 gobernadores y la jefa de gobierno de la CDMX para la gobernabilidad y unidad ante la emergencia sanitaria, los arreglos y mecanismos de coordinación política entre la federación y los gobiernos estatales para este fin son difusos o inexistentes; el panorama es menos claro aún en lo que toca a la articulación con los gobiernos municipales. Ni preguntar entonces cuáles son los vínculos y alianzas de los gobiernos con otros actores: organizaciones sociales, sector empresarial, comunidad científica, organismos internacionales; esas relaciones, aparecen igualmente indefinidas y muchas veces en un lugar de conflicto y no de cooperación.
Visto desde los contextos locales, las acciones sin coherencia, la falta de estrategias y decisiones coordinadas entre municipios vecinos, no hacen sino agudizar la incertidumbre social y la percepción de que se habita en una emergencia sin control. De ahí la necesidad de contar con dispositivos de análisis y vigilancia estratégica que permitan dar luz sobre los procesos de gobernanza de la pandemia a nivel regional y local.
Con base en esa premisa, en días recientes fue creado el Observatorio Regional de Gobernanza y Coordinación Social ante el COVID-19 en Yucatán (ORGA), anclado a la Escuela Nacional de Estudios Superiores de la Universidad Nacional Autónoma de México, Unidad Mérida, y financiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
En el ORGA participa una docena de especialistas de las ciencias sociales, dedicados a dar seguimiento a los procesos gobernanza ante la pandemia en Yucatán, con el fin de generar recomendaciones útiles para mejorar la toma de decisiones y las acciones de política pública, especialmente en los siguientes ámbitos: Seguridad alimentaria, Economía y empleo, Violencia de género Restricciones a la movilidad y Pueblo Maya.
La tarea que tiene en frente no es menor, pues en Yucatán se advierten condiciones y dinámicas particulares, cuya complejidad amerita el análisis experto e interdisciplinario. Le invitamos a seguir esta iniciativa, visitando el sitio web http://orga.enesmerida.unam.mx/
Edición: Ana Ordaz
Se comprometió a trabajar en la creación de programas sociales que generen mayor bienestar
La Jornada Maya
Confían en que las autoridades coloquen correctamente las barreras
Ana Ramírez
Entre los materiales recuperados en el tramo 6 hay bolsas con piezas cerámicas y metates
La Jornada Maya
Señalan que el dinero corresponde al 60 por ciento de lo que tenían ahorrado en sus Afores
Ana Ramírez