Un comité encabezado por Harlem Brundtland, presentó para la ONU el documento Nuestro futuro común, donde mostraron que ante una lógica economicista de ganancias se estaba poniendo en riesgo al planeta y el bienestar de las futuras generaciones. Este concepto recibió reacciones negativas por parte de organizaciones, empresas y gobiernos. Hoy, a más de 30 años, es difícil encontrar alguna organización, empresa o gobierno que no abrace el concepto e incluso lo use para fines de posicionamiento político o de negocios o de principios éticos para atender los retos ambientales.
En 1935, Tansley acuñó el concepto de ecosistema para referirse a un espacio donde interactúan componentes bióticos y abióticos, permitiendo que emerjan propiedades como el flujo de energía, intercambio de materiales, mecanismos de regulación de poblaciones, ciclo del agua, los cuales explican procesos naturales y, sobre todo, el papel de los humanos en la naturaleza. Hoy, a 85 años de su nacimiento, la palabra ecosistema forma parte del léxico de negocios de grandes empresas. Existen cursos, talleres, conferencias, estrategias de mercadotecnia, etc., alrededor de la palabra ecosistema, diseñados para lograr una mayor competitividad. Los conceptos ecosistema empresarial, ecosistema de negocios, y similares, pretenden crear ambientes laborales dirigidos a la co-creacion de valor, a salir de organizaciones aisladas y colaborar con otras empresas afines.
Hoy también es común en diferentes medios, incluyendo académicos, el término resiliencia, en entornos indígenas, gobierno e incluso negocios. Se habla de construir resiliencia en comunidades ante situaciones de emergencia, desastres; se consideraron resilientes a algunas comunidades indígenas que no sucumbieron al COVID-19; los negocios que han sobrevivido al COVID-19 se consideran resilientes.
El término resiliencia, del latín resilio que significa volver atrás, rebotar, ha sido usado desde 1800 en diferentes áreas de las ciencias médicas, ambientales, sociales y económicas. La idea es que el ente, organismo, ecosistema o comunidad, vegetal o animal, es resiliente si después de una perturbación mayor es capaz de recobrar su forma y función muy cercana a la que tenía antes de esa perturbación.
En ciencias naturales se antoja menos difícil pensar en un ecosistema resiliente si después de un evento anormal se puede observar la recuperación casi total de la diversidad de especies, del equilibrio dinámico de sus poblaciones, de la recuperación del ciclo hídrico, entre otros. Es decir, hay un punto de referencia. Pero este concepto en sistemas sociales debe conducir a discusiones necesarias antes de concluir que hubo o no resiliencia después de alguna catástrofe. Si la recuperación se logró para mantener una situación previa, de pobreza y rezago, entonces no es fácil aceptar que la comunidad es resiliente. No obstante, al adoptar con ligereza la definición del concepto, se puede concluir que sí existió resiliencia en una comunidad que se repuso, que resistió, alguna catástrofe.
Así, resiliencia, como sostenibilidad y ecosistema, corre el riesgo de ser cooptado y, eventualmente, tergiversado en su definición original. Como el riesgo es enorme, la justificación y permanencia de la pobreza como algo natural, la discusión debe estar abierta y evitar su cooptación.
Edición: Ana Ordaz
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