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'A propósito de nada', la nueva propuesta literaria de Woody Allen

En ella, el cineasta se deja ver como un hombre del siglo XX que vive en el XXI
Foto: Ap

Carlos Priego

Autor de varios volúmenes de cuentos, artículos periodísticos, crónicas y obras de teatro, Woody Allen es sobre todo conocido por su obra cinematográfica. Su último libro y primera autobiografía, publicada en inglés en marzo de este año, aparece ahora traducida al español tras varios meses de polémica.

De título simple, A propósito de nada (publicado por Alianza Editorial) es una propuesta narrativa radicalmente opuesta a lo que el escritor ha escrito.

A propósito de nada es un libro insólito dentro del canon alleniano. Con 438 páginas, es su libro más extenso, sin contar el compendio publicado por Tusquets en 2014 Cuentos sin plumas, que es en realidad una colección de tres obras del autor publicadas en tres momentos distintos. El estilo también ha cambiado. En general, la prosa de Allen posee una voz auténtica y tranquila que da paso a una sintaxis en forma de árbol en la que comienza contando una historia y de ahí se desprenden anécdotas que giran alrededor de ella sin perder el hilo que las conduce, con frases breves y trasfondo reflexivo.

Todo esto cedió lugar a una narración que en algunos momentos parece costumbrista y en otros abundan situaciones cómicas, que en ocasiones recuerdan la escritura de Saul Bellow, Philip Roth o Paul Auster, acompañados por la sintaxis de la comedia stand-up y urbanizado por la tradición cómica del cuento neoyorquino.

A diferencia de lo que antes publicó Allen, en su mayoría ficción, el lector se enfrenta a una mezcla de memorias, autobiografía, monólogo y crónica. Hace honor a la crónica como género mixto al incorporar un amplio número de géneros literarios en su libro, catalogado en primera instancia como autobiográfico.

Encuentro dos sorpresas en este texto: la primera, es la capacidad de Allen para lograr, a partir de la escritura, un retrato de una época mítica: Nueva York durante los años centrales del siglo XX. Son emocionantes sus atmósferas acompañadas con ritmos de jazz, la diversión nocturna y las luces de neón en esta ciudad. Supo dotar de cuerpo, solidez y emoción lo que narra.

La segunda sorpresa es que, sin estar estructurado de esa manera, se pueden leer tres momentos diferentes en la línea de vida del autor que producen un estado de ánimo distinto, al repasar cada uno: emoción durante la infancia y juventud, desagrado al momento de platicar sobre su relación con Mia Farrow y gratitud en la última parte del texto.

En el primer momento, Allen nos lleva desde su infancia en Brooklyn a sus primeros días enviando bromas a los columnistas de periódicos y luego pasa a contar cómo fue contratado como escritor de comedia para programas de televisión, antes de convertirse en comediante y después en dramaturgo, hasta comenzar a dirigir películas tempranas, sin dejar de lado sus dos primeros matrimonios y su relación con Diane Keaton. El humor ingenioso y corrosivo que utiliza para contar la historia de un adolescente que se convierte en adulto y consigue éxito, logra atrapar y fascinar al lector.

El segundo momento, al que dedica alrededor de un cuarto del libro, es para terminar una tarea pendiente: el tema de Mia Farrow. Aquí ofrece su versión sobre la acusación de abuso sexual hacia su hija adoptiva, Dylan Farrow, de siete años, en 1992. Comienza esta parte del libro con su fría relación –como Allen la califica– con la actriz angelina, a quien, por cierto, señala como persona amargada, dañada y cruel, una mujer que compraba niños adoptados como si estuviera coleccionando adornos y luego los descuidaba y maltrataba físicamente. Al final justifica cómo y por qué comenzó una aventura con Soon-Yi, de 21 años en su momento. Esta es una parte sombría y tenebrosa.

Reconocimientos

La última parte de la historia se desmorona como un castillo de naipes. Habla de sus relaciones con actores como Alan Alda, Owen Wilson o Goldie Hawn a quienes se describe como: Alan es un actor maravillosamente dotado, Wilson es maravilloso y un placer dirigirlo o Hawn es un gran talento. Parece que hace una larga lista de reconocimientos masculinos.

La biografía, en ocasiones atractiva, a veces divertida, otras triste y en momentos políticamente incorrecta, es una apasionante fantasía que nunca deja de lado el mundo real. Es un libro que proporciona una visión panorámica del viejo siglo, en partes violento y paradójico, que hemos dejado atrás. En él, Woody queda autorretratado como un hombre del siglo XX viviendo en un mundo del siglo XXI, en un tiempo extraño y único.

Desde el punto de vista de varios críticos de esta autobiografía, resalta que casi cada vez que se menciona a una mujer hay un pronunciamiento gratuito hacia su apariencia. Mientras estaba en Londres filmando Casino Royale, una parodia de James Bond, escribe, uno podría pasear por Kings Road y recoger los pájaros más adorables en sus minifaldas. Christina Ricci, era muy deseable. Sobre Scarlett Johansson afirma: “cuando la conoces tienes que abrirte camino a través de las feromonas”. Esto no es nada nuevo, en general el director es un hombre que reconstruye en el cine a la mujer y la muestra para ser gustable. Al escribir, los amigos de Allen debieron haberle advertido que A propósito de nada es increíblemente insensible en cuanto al tema de las mujeres.

En contraste están las partes del libro en las que se enfoca en platicar la relación con Diane Keaton; da detalles sobre la realización de muchas de sus películas y de giras con su banda de jazz. Cómo fue conocer a Mel Brooks, Pauline Kael y Norman están escritas en un tono diferente.

Novela hecha biografía

Al final, es una novela dentro de una biografía, en la que el lector repasará vivencias, experiencias y sensaciones del autor en 84 años de vida. Es un laberíntico edificio narrativo lleno de lúgubres y clarificadores pasajes sobre un hombre que deja a un lado los mensajes y las moralejas y en lugar de eso se propone asistir a las aventuras sorprendentes, trágicas, cómicas, patéticas, sentimentales, épicas, místicas, sensuales y acrobáticas de su vida.

Al final, A propósito de nada está escrito con mucha sinceridad por el cineasta: está lleno de confesiones, intencionales o no, sobre la necesidad sexual de un hombre, uno al que le tocará –como una vez afirmó Mario Vargas Llosa– apagar la luz y cerrar la puerta de su generación, y a la cual las siguientes podrán acercarse para entender la relación del director con su público, el tiempo y lugar que le tocó vivir.

Edición: Emilio Gómez


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