Óscar Muñoz
En las actuales condiciones de vida impuestas por la pandemia, ha surgido otra epidemia igual de peligrosa: la infodemia, la cual está constituida por fake news (noticias falsas), desinformación y manipulación de datos sobre el COVID-19. Ante esta circunstancia, las poblaciones del mundo están amenazadas por los riegos que genera la infodemia, de ahí la necesidad de aprender a descubrir la desinformación que impulsa este tipo de fenómeno comunicativo y, en su lugar, encontrar la fuentes informativas fiables.
Cabe destacar que la infodemia ha sido extendida principalmente tanto por los medios de comunicación tradicionales como por las redes sociales. El término se refiere generalmente a la información falsa que, en lugar de ayudar a la sociedad a entender la pandemia, impulsa confusión y desconcierto entre la población. Por ello será importante que desde las escuelas de educación básica, los niños comprendan que la infodemia es peligrosa y aprendan a enfrentarla.
Algunos países, como los de la península escandinava, han comenzado a introducir contenidos educativos referidos a la infodemia. Los gestores de la educación escandinava consideran que no ha sido pronto introducir asignaturas que promuevan estrategias de aprendizaje a través de las cuales los alumnos logren lidiar con la infodemia y sepan buscar fuentes de información segura. Es por ello que comenzaron a introducir en las escuelas técnicas pedagógicas que pretenden favorecer la información verídica ante la desinformación.
La desinformación
En Finlandia, por ejemplo, para hacer frente a las noticias falsas, han promovido relatos donde ciertos personajes representan entes engañosos, los cuales falsean información a los demás con sus astutas palabras y argumentos. Son una especie de fábulas metafóricas que muestran los elementos y los procesos que intervienen en la desinformación, para que posteriormente los niños los identifiquen en la vida real.
Claro que lo que ha facilitado la introducción de contenidos de la infodemia en los programas educativos han sido algunos antecedentes didácticos que funcionaban desde hace algunos años, como el de alfabetización en las noticias y la enseñanza del pensamiento crítico en el sistema escolar. Así, en las escuelas secundarias de Helsinki, los adolescentes aprenden a descubrir lo fácil que puede ser mentir con las estadísticas, en la clase de Matemáticas, por ejemplo; en Historia del Arte, a averiguar cómo es posible manipular la significación de una imagen; en Ciencias Sociales, a analizar las campañas propagandísticas de organizaciones políticas, o en Lenguaje, a reflexionar cómo el uso de palabras puede engañar y confundir.
Con las experiencias de Finlandia, ha sido posible lograr el objetivo de formar ciudadanos responsables ante la infodemia. El pensamiento crítico introducido como contenido educativo en el sistema escolar, así como la verificación de hechos y la evaluación de los datos emitidos por los medios de comunicación, favorecería una educación para la información. Con ello, los escolares, para comenzar, podrían preguntar: ¿quién generó determinada información?, ¿por qué o para qué?, ¿dónde ha sido difundida?, ¿hay evidencias que la sustenten o sólo es una opinión personal?, etc.
Por ello, el sistema educativo, federal y estatal, tendrán que considerar esta necesidad fundamental para contrarrestar el impacto negativo de la infodemia, aunque, más que ello, formar ciudadanos críticos y evaluadores de información. El país y los estados requieren de ciudadanos conscientes y comprometidos, capaces de usar su pensamiento crítico para interpretar y valorar la información difundida en la sociedad, así como aprender a consultar fuentes verídicas y compartirlas de manera responsable.
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